Existe una teoría que dice que todos los seres humanos tenemos un lado oscuro. Ese espacio en nuestra alma que desborda los secretos que nos hemos esmerado en ocultar. Ese mísero rincón en el que guardamos nuestros más turbios pensamientos. Pensamientos que la moralidad condena y que la sociedad no acepta.
Mi nombre es Michel Mitchel y te quiero mostrar mi historia, porque sí, tengo una.
Mi historia no es un cuento de hadas, ni una fábula para niños. Aquí vengo a mostrarte mi verdadero rostro. No, no el de una joven estudiante que se muestra transparente ante todos. Tampoco el de una chica dulce e inocente que vive su amor universitario.
Aquí conocerás mi lado oscuro, mis pecados y mis secretos, los cuales tienen nombre y apellido.
Pero, antes de adentrarnos en la oscuridad, echemos un vistazo en donde todo comenzó
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Anoche todo se descontroló...
Todavía estoy intentando entender como de estar en una fiesta en la piscina con fines educativos, organizada por la Presidenta de estudiantes de mi colegio, repleta de intelectuales e incluso de algún que otro profesor, acabé en casa de sabrá dios quien tirada en el suelo como una muñeca vieja y desechable.
Intenté moverme hacia un costado pero mi cuerpo se sentía demasiado débil y adolorido, cualquier acción en ese momento se me hacía imposible, causando fuga de pequeños gemidos de mis labios. Sin dejar de mencionar que tenía la sed suficiente como para tomar diez litros de agua sin parar, algo de náuseas, y un ligero dolor en la sien.
Maldita resaca
Apoyé los codos contra el suelo -el cual está helado- para impulsarme hacia arriba.
Inmediatamente sentí una fuerte punzada en mi cabeza, como si hubiera impactado contra algo o alguien, pero ese no es el caso. Simplemente son las consecuencias del exceso de alcohol en mi sistema. Por inercia coloqué las manos en la zona afectada esperando a que se aliviara lo suficiente para intentar recordar algo, ya que mi mente quedó en blanco.
—¿Michel?
Al oír esa voz tan conocida me giré por completo, a pesar de que me doliera hasta el segundo apellido de mi tatarabuela.
—¡Andrew!
Andrew McLaren es mi mejor amigo desde...desde siempre.
Literalmente, nos conocemos incluso antes de saber gatear.
Su madre es mi madrina y la mía es la suya. Hemos ido a las mismas escuelas. Amamos los videojuegos, los mariscos, y las series de romance -mientras más empalagosas mejor-, somos como almas gemelas.
Pero no malinterpretes la situación.
Entre Andrew y yo nunca podría haber una relación más allá de la amistad porque...
—Espero que Reid o Tedd me hayan traído hasta aquí para follarme —mencionó de manera casual mientras se acercaba a mí— ¿O fuiste tú, pequeña heterosexual abusiva?
—¿Quieres dejar de follarte a la gente mentalmente y ayudarme? —dije bruscamente.
No me culpes, amanecer con resaca no es agradable para nadie.
Andrew me ayudó a levantarme. Al estar de pie y un poco más consciente analicé nuestro alrededor. Sin lugar a dudas es un sitio que mi memoria no tiene registrada. Comencé a dar vueltas en un pequeño círculo imaginario sin saber muy bien que hacer.
—¿Dónde diablos estamos? —señalé a Andy acusadoramente con mi dedo índice, ya que él es el único de mi entorno que tiene un medio de transporte.
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Démian Gray
RomansaY sí. Sabía que era una pésima idea... Démian Gray es todo lo malo que representa la sociedad. Su personalidad es ese callejón oscuro al que nadie querría acercarse al anochecer. Su físico es una luz que encandila hasta lo más profundo de tus pupila...