Estoy rodeada de ojos confundidos, enojados, sobre todo extremadamente oscuros, sin un ápise de empatía humana. Las dos chicas se miran así mismas intentando buscar una respuesta en la otra, un hombre con aspecto de físico-culturista, por descarte supongo que es su jefe, se jala desde las ebras del cabello notoriamente molesto y frustrado por mi presencia. Harry, que ya me había visto en otra ocasión nada agradable, se reía observando las caras de sus compañeros como si le hubiesen enseñado el mejor meme del mundo. Démian por su parte me habla sin detenerse, lo sé porque veo el movimiento veloz y constante de sus labios, pero no le oigo. Mis oídos están siendo ultrajados por un insoportable pitido que me obliga a presionarlos. Mis pensamientos son un va y ven de interrogaciones, desde ¿Cómo acabé aquí? hasta un ¿Saldré viva?
Para esta última cuestión me temo que la respuesta más acertada es un rotundo no.
—Sabía que eras entrometida pero rebasaste los límites —Démian se acercó lo suficiente como para poder captar sus regaños.
Me tomó con brusquedad de ambas muñecas y ejerciendo fuerza me elevó sin mi consentimiento, no pude, o más bien, no quise rechistar si quería una muerte rápida y sin torturas.
Estoy tan espantada que puedo sentir el hedor emanado por el cuerpo de Emily, pero todavía es muy pronto para que este empiece a descomponerse así que lo más probable es que sean delirios por mis recientes traumas.
—Responde ¿¡Quién demonios te dijo de este lugar!? —el tipo robusto soltó repleto de cólera haciéndome estremecer en los brazos del pelinegro.
Mi labio inferior comienza a temblar con la intención de decir algo, aunque simplemente se queda en un intento.
—Christian, debemos esperar unas horas. Está en shock, no te va a responder —dijo una de las chicas agriamente, por su voz estoy casi segura que es esa tal Briana.
—Maldita sea —nos dio la espalda para seguir maldiciendo y gruñendo con un poco más de intimidad.
—Démian, ¿La conoces? —cuestionó la chica rubia, que viéndola más de cerca me suena muy familiar. Ella fue la que me "salvó" de Harry.
—Es cierto. Sabes su nombre y que es una chismosa. Sobre todo lo último jeje —añadió el aludido por mis pensamientos con otra más de sus risas desquiciadas.
No entiendo como esta gente le aguanta.
Christian se giró con interés ante la lógica de sus compañeros.
Llegó en tres pasos acelerados hasta donde nos encontramos ubicados Démian y yo, acercando su rostro hacia él:
—Más te vale que hables o te juro que olvidaré que trabajas para mí —amenazó al chico que antes me atraía escupiendo pequeñas partículas de saliva en su casi perfecto rostro.
Démian apartó los ojos de Christian para mirarme de forma severa. Yo, por otro lado, sigo como un flan.
—Respóndeme de una vez por todas Gray, estoy perdiendo la paciencia. ¿Tienes la menor idea de lo grave que es esto en momentos como este? ¡Tenemos una soga atada al cuello, joder!—presionó Christian con una vena gruesa marcada en su frente.
No le respondió porque seguía sumergido en mis ojos verdes probablemente reprendiéndome en su mente. Considerando que es la segunda vez que descubro uno de sus secretos por metiche.
—No debemos esperar, lo más sensato es aniquilarla ahora —propuso la rubia.
Mi corazón se desbocó ante tal insinuación. Por alguna razón, tal vez la desesperación, busqué un apoyo en Démian. Le supliqué con mis ojos otra oportunidad. Él dejó de mirarme para observar a sus conocidos con los labios sellados, al igual que Christian, solo que este con más furia evidenciada ya no solo por sus venas sino también con el color rojizo de su antes tez morena.
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Démian Gray
RomansY sí. Sabía que era una pésima idea... Démian Gray es todo lo malo que representa la sociedad. Su personalidad es ese callejón oscuro al que nadie querría acercarse al anochecer. Su físico es una luz que encandila hasta lo más profundo de tus pupila...