Capítulo 22: Donde caben dos caben tres

996 103 17
                                    

¿Alguna vez han experimentado esa sensación de querer huir pero por más que intentan mover sus pies la mente parece no querer darle el consentimiento de accionar?

Hay personas que lo llaman conciencia.

Esa parte de nosotros que sabe que hicimos algo mal y no nos permite escapar de ciertas situaciones porque solo empeoraría el remordimiento por nuestras malas decisiones.

En un abrir y cerrar de ojos Démian se abalanzó sobre Max y comenzó una pelea frente a mis ojos, más bien, frente a los de todos. La música se detuvo invitando al resto de sujetos a ser espectadores, parecían disfrutar más de la fiesta con esta escena tan tormentosa. Christian intenta separarlos sujetando a Démian desde atrás. Le grita, le pide que se detenga pero Gray no cede. El resto de los chicos están luchando contra los demás asesinos del lugar que quieren formar parte del duelo.

La sangre salpica el suelo. No sabría decir a este punto a quién pertenece. Al principio Démian parecía tener el control pero Max logró esquivar varios golpes y luego tomó la riendas de la disputa. Consecuentemente recibió un golpe en el estómago que lo inmovilizó volviendo a estar debajo de Démian que lo golpea como una bestia salvaje, aunque él también recibe varios puños.

-¡Esto es tu culpa!

Un agarre grotesco en mi antebrazo me impidió seguir coordinadamente cada movimiento violento que realizan los chicos.

Jazmín está frente a mí, llorando. La culpa cada vez se hace más pesada sobre mis débiles hombros.

-N-no fue mi intención...

-¡¿Y qué pretendías entonces cuando te quedaste frente a nosotros bailando con otro como una maldita zorra?! -vociferó. Sus amigos pasaron sus miradas a nosotras por el eco resonante de su voz. Incluyendo a Christian que aún está sobre Démian. Todos mostrando su desagrado hacia mí sin ningún tipo de filtro.

Me duele ser la mala de esta historia. Una historia donde alguien pudiera morir a causa de mi inmadurez. La angustia recorre mis venas como una droga inyectada haciendo efecto instantáneo.

-Lo siento tanto...-probablemente todo mi rímel esté desordenado por mis mejillas.

-Que lo sientas no va a arreglar nada -espetó entre dientes.

-Y-yo...-ninguna justificación cuestionable navega por mi cabeza.

-Jamás pensé eso de ti Michel. Resultaste ser una decepción.

Mis ojos viajaron al dueño de esas palabras tropezándome con Klen, me observa con un desprecio muy atípico de él. Dejó esa acción para continuar su lucha con los borrachos del bar no sin antes escrutarme de arriba a abajo con aversión. Su hermana no se quedó atrás.

Podría esperarme eso de cualquiera, pero no de él. Es el único de todos ellos que me aceptó desde la primera vez que me vio, incluso cuando lo traté borde. Sin peros, sin trabas me incluyó en su grupo. Incluso fue mi mayor apoyo en circunstancias donde sentía que me hundiría en mi propio agobio. Siempre aparecía el positivo Klen a arreglar el desmoronamiento del prójimo. Muchas veces llegué a cuestionarme el por qué. Por qué escogió matar si es una de las personas con el alma más afable que he conocido.

Verlo repudiándome me está cortando la respiración.

Pensé en suplicarles perdón, de jurar que no era yo esa chica que estaba dejándose tocar por Max. Quería demostrar mi arrepentimiento a toda costa para que no me contemplaran como una cualquiera.

No te muestres débil ante nosotros.

El discurso de Max resonó en mi cabeza recordándome lo que ellos son y lo que yo soy. Yo soy una de sus muchas víctimas y ellos son asesinos. Sufro cada día a causa de su existencia. Sueño todas las noches que muero entre sus manos. Dead End no es más que una pandilla de escorias en la sociedad.

Démian GrayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora