Cierro los ojos esperando que esto solo sea un mal sueño. Un juego engañoso y torturador de mi mente perturbada.
La sangre corre a grandes velocidades para llegar a mi acelerado corazón que golpea mi pecho con furia, tal así que consigo escucharlo entre tanto alboroto mental. Mi respiración no sigue su ritmo, a cada segundo que pasa se irregulariza más. Mis extremidades están descontroladas, no logro mantenerlas en reposo, el temblor se ha apoderado de ellas.
Entre tanto caos distingo una pequeña mesa de madera circular a mi lado cargando un florero.
Lo tomo entre mis manos como un arma completamente inútil, pero algo es mejor que nada.
-¡Aléjate de mí! -hago un gesto para indicar que lanzaré el florero -No des ni un paso más -exigo fingiendo valentía cuando en el fondo anhelo que me deje ir.
El retrocede con su galante y, ahora, irritante sonrisa. Aún así no bajo el florero, aunque sé que no le intimida en lo más mínimo.
-He de decir que en el carácter eres igual a tu madre -señaló provocando un revuelco en mi estómago, porque tiene razón.
-¿Por qué sabes de nosotras? ¿Qué quieres? -demandé saber.
Flynn me da la espalda y llega hasta la cama. Se sienta, no sin antes arrastrar una silla que queda en frente de él. Me hace una señal para que me siente en esta.
-Charlemos más a gusto. Imagino que tienes muchas preguntas con prolongadas respuestas -luce afable, como sí no hubiera lanzado una bomba atómica a mi sistema nervioso.
Comienzo a andar en su dirección considerando que no tengo más opciones.
-No, no. Sin el florero, por favor.
Tenso la mandíbula. Hago caso a su petición, no es que fuera de gran ayuda tampoco.
Me ubico frente con frente a él. Encorva su espalda para estar más cómodo...o más cerca.
Se queda mirándome sin decir absolutamente nada. Recorre con suma calma mi rostro. Escruta cada uno de mis poros haciéndome sentir demasiado incómoda:
-Habla de una vez, Flynn -rompo su concentración -¿Cómo me descubriste? ¿Y qué sabes de mí? -endurezco la mirada.
Chasquea la lengua. En serio me desespera su lentitud para hablar. Mis manos aprietan y jalan la tela del vestido por desesperación.
-Desde que te vi la primera vez inevitablemente pensé en tu padre -al escuchar la palabra "padre" mi cara se contrajo en odio y aberración -Su parecido es extraordinario -añadió -Aún así descarté esa idea por completo porque era imposible, sinceramente Michel, no creo en las coincidencias, así que deseché cualquier posibilidad de que fueras su hija -tomó una pausa para erguirse nuevamente -Después de enterarme que intrusos desenterraron el cuerpo de mi hermano decidí tomar cartas en el asunto. No me costó mucho descubrir a esos ladrones...A ustedes.
-Y-yo, yo no quería...
-No me interrumpas -alzó su mano indicando que no desea oír mis explicaciones -No tengo interés en castigarte a ti o a tus amigos. Solo me extrañó mucho que en las cámaras de seguridad apareciera la chica con la que recién había tenido una cita. Investigué sobre ti y descubrí que no existía ninguna Gabriela Peters, que todo lo que me habías contado era solo una triste mentira.
Mis labios se mueven pero mi voz no sale. No sé qué decir.
-E-es, e-es, y-yo...
-Entonces fue cuando recordé tu rostro y pensé: "El parecido con él no puede ser una coincidencia". No me fue nada difícil encontrar fotos tuyas en las redes sociales y descubrir que Gabriela Peters y su hija, Michel, son la misma persona.
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Démian Gray
RomansY sí. Sabía que era una pésima idea... Démian Gray es todo lo malo que representa la sociedad. Su personalidad es ese callejón oscuro al que nadie querría acercarse al anochecer. Su físico es una luz que encandila hasta lo más profundo de tus pupila...