Hola, soy yo otra vez.
Tal vez se estarán preguntando: ¿Cómo? ¿Ya no era el final de la historia? ¿Acaso Jack no hizo pedazos el poco cerebro que te queda?
Mantengan la calma. Se los explicaré todo.
Es necesario que rebobinemos cinco minutos atrás, cuando Harriet me ofreció la navaja.
Les dije que al tomarla mis extremidades temblaban, que mis miedos traicioneros volvieron a hacer de las suyas. Pues, eso fue mentira.
Fingí solo para que Harriet no notara mi próximo movimiento. Lo definiría como arriesgado, casi suicida, pero para mí no había otra elección. Podría seguir su juego, por supuesto, pero ya bastante había durado para mi gusto. Era hora de finalizarlo a mi manera. Él había iniciado toda esta estrategia de crear una historia alrededor de mi propia vida, pues yo sería la encargada de ponerle el punto final. Había un gran riesgo de no obtener mi final feliz como en las historias para niños, pero he ahí la cuestión, esta no es un cuento para infantes. Esta es la cruda realidad donde la protagonista tiene indefinidos sentimientos de rencor e ira que no le permiten pensar con claridad. Aunque tal vez esa sea la mejor decisión, dejar de maquinar y permitirle a mis impulsos actuar de una vez por todas.
Me giré ante los cinco cuerpos y le lancé una mirada fugaz a Démian dándole a entender que tenía un plan. Él ladeó la cabeza en un gesto tan mínimo que apenas fue apreciable. La incertidumbre surcó su rostro. Avancé en su dirección. Pasé la mano por mi cuello, no precisamente por los nervios. Con una agilidad, que solo pudo ofrecerme mi ángel de la guarda para sacarme de ese aprieto, logré abrir el cierre del colgante que me obsequió. Al colocarme detrás de él me agaché para que el objeto cayera sobre sus manos y así se desamarrara de la forma más discreta posible. Confiaba en que podía hacerlo. Tenía habilidades de sobra para conseguir lo que se propusiera.
—Esto es lo que querías, ¿no? —fue lo que dije en el instante que logré mi cometido.
Eso era un claro: Me dijiste que lo utilizara para protegerme. Pues necesito que me protejas justo ahora.
Confié en que él lo comprendería. Estaría confundido pero aún así sabría que hacer.
Clavé la navaja en el pecho de Harriet esperando a que un disparo me arrebatara la vida.
Sí, hubo un estrepitoso disparo que provocó un estallido en mis oídos. Un pitido me prohibió oír los gemidos de dolor que Goldstein emanaba, pero aún así no desperdicié la oportunidad de crear una suave danza con la navaja en el interior de su pecho.
Al asegurarme de que había abandonado el mismo mundo que yo, lo dejé caer al suelo, o más bien, lo empujé para que el impacto fuera poderoso.
Lo hice. Había acabado con la vida de uno de los asesinos más peligrosos del mundo. Murió de la manera más tonta posible.
Confió...
Confió en que yo sería incapaz de hacerle daño a alguien. Que la débil e inocente Michel jamás le quitaría el derecho de existir a otro ser humano.
Ay Harriet...La astucia te persiguió pero fuiste más rápido.
Cuando me voltee Démian estaba encima de Jack. El último tenía un disparo en medio del cráneo. Démian se puso de pie y recargó el arma con toda la intención de llevarla con él.
Llegó hasta a mí en un salto, casi lanzándose por las escaleras:
—¿Te encuentras bien? —tomó mi rostro, examinándolo con desasosiego. Sus labios están entre abiertos por el agite que causó el forzajeo. Su pupila dilatada busca algún rastro de herida en cada recóndito rincón de mi fisionomía, se siente como si examinará incluso a través de mis poros.
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Démian Gray
RomanceY sí. Sabía que era una pésima idea... Démian Gray es todo lo malo que representa la sociedad. Su personalidad es ese callejón oscuro al que nadie querría acercarse al anochecer. Su físico es una luz que encandila hasta lo más profundo de tus pupila...