Capítulo 4: ¿Harry?

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—.¿Te acuerdas de Jones? El chico que te gustaba en la secundaria. Pues Jenny Backer le puse el cuerno y todos en la Uni lo saben.

No te rías del mal de los demás Andy —regañó Sofía

—En otros tiempos diría que me alegra, pero en el fondo me da pena por él. Creo que ya estoy madurando —dije mientras le daba otro mordisco a mi pan con mantequilla de maní.

Llevo hablando horas con Andrew y Sofía por vía Skype, anhelaba tanto una charla con ellos desde que llegué a Los Ángeles que de verdad quiero alargar la conversación lo más que se pueda. Siento que si se termina acabaré sumergida nuevamente en mi soledad. Eso me aterra.

Cuando vivía en Texas solía estar en constante compañía. Mi vecino tenía una sala de videojuegos donde siempre un grupo de entre seis y siete chicos nos reuníamos para jugar cuando no había planes para el fin de semana. También conocía a muchas personas que me invitaban a salir de fiesta, a comer, noche de juegos de mesa, pijamadas. Simplemente estar sola y aburrida era algo insólito para mí.

¿Madurar?¿Tú? ¿Te fuiste a otra ciudad o a un universo paralelo? —preguntó Andy —. Se te olvidó el refrán de perra mala nunca muere... ¿Iba así?

Obviamente me sacó una carcajada. Para él lo más fácil del mundo es hacerme reír con sus ocurrencias, por eso siempre será mi mejor amigo. En los peores momentos de mi vida se que estará ahí para hacerme sentir bien sin necesidad de demostrarme pena o lástima, eso es un verdadero asco.

—Amigo, tengo veinte años —esta vez le di un sorbo a mi Coca-Cola sintiendo como refresca mis labios y garganta.

Admítelo Mich, si yo estuviera allí contigo a las tres de la mañana estaríamos tocando timbres para luego ¡RUN BITCH!

Okey amigos, claramente la única madura de nuestro hermoso trío soy yo —intervino Sofi.

Andy abrió mucho los ojos, algo que nos sacó de contexto a Sofía y a mí.

¿Acabas de decir trío?

¡Ay, idiota! —le soltó un empujón con todas sus fuerzas, que no pareció moverle ni una fibra.

Ya que sacamos el tema. ¿Deberíamos hacer un trío?

Oh, por supuesto. Un gay con una religiosa y otra tocándose por la computadora.

¡Es la bomba!

En tanto ellos quedaron estancados en una mini discusión sobre tríos yo estoy del otro lado de la pantalla sumergida en una risa que se le contagiaría hasta al más arisco.

Mich, desde que te fuiste sus padres volvieron a lavarle el cerebro. ¡Regresa! —gritó mi amigo en lo que Sofía intenta jalarle su sedoso cabello, como a él le gusta clasificarlo.

Eso no es cierto, solo voy a misa los domingos por voluntad propia.

Puedes creer que fuimos ayer a por un Starbucks y no me dejó comer hasta que le agradeciera a no sé quién por nuestra comida.

¡Es necesario! No puedes ser malagradecido —replicó la chica.

¿A quién le agradezco? ¿A la señora del logo?

—Michel —mamá abrió la puerta de mi habitación, por su rostro deduzco que no se trata de buenas noticias —Ven a la cocina, necesitamos hablar urgente.

¡Hola señora Mitchel! —saludaron mis amigos casi a la vez.

—Hola muchachos —les devolvió el gesto fingiendo una sonrisa dulce y más relajada antes de abandonar mi recamara, pero la conozco lo suficiente como para saber que algo le inquieta.

Démian GrayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora