Capítulo 10: Nueva Pelinegra en la Trama

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—¿Cuándo fue la última vez que alguien hizo algo por estas cejas?

—Hace dos meses las depilé —dije insegura. Tal vez fueron tres.

—Tengo mucho trabajo con esta chica —la mujer más perfecta que he visto en la vida con un cabello dorado, ojos ámbar, labios lo necesariamente gruesos y figura esbelta se separó con un suspiro pesado al escrutar cada parte de mi rostro con espanto.

—Has lo que quieras con ella —permitió Briana en tanto continúa leyendo una revista junto a Jazmín.

—¿Y mi opinión no importa? — levanté la parte superior de mi cuerpo de la silla, la cual se asemeja a las de los dentistas, para replicar.

—Por supuesto que no. Mallory es una profesional. Es la estilista de toda La Trinidad, sabe lo que hace —esta vez habló la rubia.

—Gracias —dijo la aludida con un gesto de prepotencia que me hizo mirarla con mala cara — ¿Quién me dijeron que era?

—La novia de Démian Gray —contestó Jazmín, viéndome con sus ojos azules de una forma que no supe descifrar, pero al menos su voz detonó burla mezclada con sarcasmo.

La golpearía si no fuera porque siendo realistas esta mujer me haría picadillo.

Pero vayamos a lo importante...

Al principio todo comenzó bien, con una sencilla depilación de cejas, que aunque me hizo ver las constelaciones no fue peor que el resto de torturas llamadas "tratamientos de belleza" a la que fui sometida.

Mallory huntó cera en cada rincón de mi anatomía para arrancarme la piel sin compasión. Si ya me desagradaba por su altanería ahora la tengo agregada a mi lista de Personas que Quiero Fuera de mi Vida por Depilarme Hasta el Corazón, la cual acabo de inventar.

—¡Por favor para! —rogué cuando le tocaban a mis piernas pasar por ese doloroso proceso. Ya teniendo el abdomen y los brazos descomunalmente irritados.

—Lo hubieras hecho tú antes.

Tiró de la banda sin piedad alguna, obligándome a soltar un grito desgarrador que a las otras dos chicas les causó una amplificada carcajada. Deseé mirarlas con ojos de odio pero las lágrimas acumuladas me hacen parecer un cachorro abandonado.

Luego de tratar los puntos negros, la manicura y la pedicura pasó a mi cabello.

La peor parte.

—Cabello maltratado, quemado, puntas abiertas. Una total calamidad.

—Entonces lo dejaremos como un caso perdido y pasaremos a lo siguien... —traté de levantarme pero me empujó por los hombros regresándome al asiento.

—Escoge: tinte o tijeras.

— ¿¡Qué!? No, no, no y mil veces no. Tiene que haber otra manera —miré a las otras dos mujeres presentes con absoluta negación.

Aunque lo único que observé en ellas es que están disfrutando la situación como si fuera una de las mejores comedias, de esas antiguas que sí eran realmente buenas.

—Si no me dices ahora decidiré yo. No tengo todo el día para aguantar los caprichos de una adolescente.

—Me costó doce años de mi vida que creciera. No es justo —lloriqueé.

—Tinte entonces —respondió con simpleza sin darme derecho a réplica

Cuando sentí la picadura del tinte en mi cráneo un sentimiento de nostalgia invadió mi estómago. Se podría decir que mi pelo es virgen, nunca lo había teñido o hecho algún tratamiento para darle forma. Aunque no estuve de acuerdo con nada de esto he de admitir que el trabajo de Mallory fue espectacular. Mi cabellera ahora es de un negro intenso brillante, que hace verla más saludable que nunca. Desaparecieron mis rizos aunque no llega hacer completamente lacio.

Démian GrayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora