Capítulo 5: ¡Michel, cállate!

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—Peters no puedo respirar —espeté algo furiosa, pero no se nota ya que no me queda casi aliento para expresarme adecuadamente.

—¿Y para qué crees que son las fajas? ¿Para sustituir a los tanques de oxígeno? —apretó aún más obligándome a tomar aire y contraer el abdomen —. Nada de eso señora.

—No necesito fajas, ya soy delgada por naturaleza. Aparte, la faja es un complemento de una época muy atrasada —aclaré presionando mis dientes, conteniendo la poca paciencia que me queda.

—Esto te hace cinturita de avispa —por fin terminó de cerrar la bendita faja —. Así que no te quejes más cascarrabias.

Se acercó para retocar por décima vez mi peinado

—Ya puedes verte al espejo —me observó orgullosa de su trabajo como si fuera un cuadro apunto de exponerse en un museo, mientras que yo tengo cara de pocos amigos.

Durante todo este tedioso proceso no me permitió verme hasta que terminara. Por lo tanto tapó tanto el espejo de maquillaje como el de cuerpo completo, así que prácticamente dejé mi apariencia en manos de una chica que conocí ayer.

—Voy a destaparlo a la una... —sus ojos brillan mientras realiza la cuenta progresiva.

—Milly no tienes que contar.

—Dos...

—En serio, deberíamos irnos ya.

—Y tres —apartó la enorme manta del espejo que me deja escrutar la totalidad de mi figura.

—Vaya —jadeé.

Me analicé de pies a cabeza sin poder creer que la chica del espejo sea Michel Mitchel.

Es decir, no tengo tanto maquillaje como para parecer otra persona, pero no es nada a lo que estoy adaptada. Es como si tuviera una hermana gemela diabólicamente hermosa.

Milly escogió para mi vestimenta un conjunto elegante pero juvenil. Consta de un crop top negro que en la parte inferior le cuelgan unas tiras, estas las amarró en forma de equis, dejando ver una pequeña parte de la faja en mi abdomen pero que se funde perfectamente con mi tono de piel, no tiene mangas y es alto hasta el cuello. Por otra parte está la falda, la cual es larga, llegando a rozar el suelo, tiene una abertura en el lado derecho dejando apreciar completamente la pierna. Mi cabello está lacio y recogido en una cola alta dejando acceder rápidamente al maquillaje. En los ojos aplicó sombras neutras, para que el impacto estuviera en mis labios rojos, los cuales se divisan más grandes y carnosos. De accesorios tengo en una mano esos guantes que dejan al descubierto todos los dedos y solo cubren la palma, mientras que en la otra tengo una pulserita sencilla. Los tacones son tono vino tinto, uno de mis colores favoritos.

Y no se equivocaba respecto a la faja, es decir:

Mamasita y ese cuerpazo de dónde lo sacaste.

—¿No te encanta? —Emily se situó a mi lado sacándome del embelesamiento.

Sacudí la cabeza para despejar esos pensamientos centrándome en lo que de verdad interesa.

—Gracias, me veo linda —me apresuré a decir para guardar el móvil en el bolso, este combina con mis zapatos —. Ya debemos irnos, Brandon creerá que no llegaremos.

—Sí, tienes razón —también fue a por su bolso

Al andar mi caminata es torpe, los tacones son muy altos así que me cuesta mantener el equilibrio. Milly por su parte contiene la risa al ver mis expresiones de susto.

(...)

En la entrada había una larga fila de adolescentes con un orden bien marcado, muchos de estos poseían botellas de champagne, vino tinto, entre otras bebidas que yo jamás podría adquirir. Las chicas lucen sus vestidos más finos pero escotados, algo similar al outfit que creó Emily para mí. Los chicos sin embargo van luciéndose relajados, holgados, y aún así modernos. A la vista la mayoría son atractivos, es como si fuera un club de badboys salidos de Wattpad.

Démian GrayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora