Ha pasado una agonizante y tortuosa semana desde que Démian y Max partieron a Nueva York. No es que los extrañe. Hace mucho tiempo que no sentía semejante serenidad. Nada de asesinos, basta de entradas sorpresas por la ventana, y cero planes estrafalarios que provoquen dolor de cabeza por lo aturdidores que pueden llegar a ser.
Lo único terrible de su ausencia es que no hayan contestado a uno solo de mis mensajes. Cuando los llamos están fuera de línea y hace un buen rato no se conectan en ninguna de sus redes.
Por cierto, dije una pequeña mentirijilla.
¡Extraño a Démian como el demonio! Desde que le conocí hemos estado pegados cual imanes. Necesito olerlo, oír su voz aunque sea hablando verdades que me puedan herir. Extraño las mariposas en mi estómago cuando lo toco. Sus labios sobre los míos. Hasta su estúpida bipolaridad cuando me habla de sus sentimientos.
No sabía cuanto lo necesitaba en mi vida hasta ahora.
Me arde el cuerpo entero tan solo de pensar que es exactamente eso lo que siente él por Luna.
Un vacío tan inmenso que aprecias como tu vida pasa por delante de ti mientras tú estás en tu cama mirando al techo escuchando tus canciones favoritas, las cuales ignoras por completo porque toda tu concentración está en recuerdos. Todo lo que te hace feliz se halla en tu pasado.
Es tan triste y lo más deprimente es que solo ha pasado una mísera semana.
Y lo que más me aflije es que cuando vuelva va a ser de la mano de Luna.
Volviendo al tema de los mensajes, honestamente de Démian no espero nada, se fue estando molesto conmigo, es muy orgullos como para dar el brazo a torcer, pero Max prometió mantenerme al tanto de todo. Podrá ser un asesino pero no un hombre que falte a su palabra, o al menos eso aparenta.
Todos estos días he tratado de comunicarme con mi tío Benja. Tampoco da señales de vida. Es como si todos disfrutaran de mantenerme al margen de la existencia.
Menos Anónimo. Me ha enviado varios acertijos en este corto tiempo.
Los que han tenido por respuesta: viaje, familia, soledad y muerte.
Da bastante miedo y más cuando intento enlazarlos de alguna forma. Todo termina mal.
Actualmente me encuentro de compras con Andy y Sofía. Doja me envió un mensaje en la mañana invitándome a una heladería, que en este momento es la sensación en la ciudad por la cantidad de sabores variados que ahí ofrecen. Me pareció una oportunidad perfecta para presentarle a mis chicos.
He de reconocer que no esperaba que Doja me volviera a invitar a algún lado después de lo ocurrido la última vez.
Cuando prácticamente la ataqué al mostrame la "carta de Milly". La misma que aún es un misterio que ronda en mi mente.
—¿Qué te parece esta? —Sofía me tapó la visión con una prenda de ropa que le acaba de quitar a un maniquí.
La alejo un poco para poder detallarlo.
Inconscientemente hago una mueca por el diseño, el largo y el color de la falda.
—Te dije que desde que te fuiste sus padres le lavaron el cerebro otra vez —susurró Andy a mi lado.
Le golpeé con mi codo cuando Sofi se encogió escuchando lo dicho por nuestro mejor amigo.
Me recuerda tanto a mí en mis primeros días aquí.
—No les gusta, ¿cierto? —lucía deprimida. Odio verla así. Es la chica más buena y dulce que conozco, no merece sentirse mal por una estúpida falda.
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Démian Gray
RomantizmY sí. Sabía que era una pésima idea... Démian Gray es todo lo malo que representa la sociedad. Su personalidad es ese callejón oscuro al que nadie querría acercarse al anochecer. Su físico es una luz que encandila hasta lo más profundo de tus pupila...