¿Alguna vez te has puesto a pensar qué pasaría si rompes la pequeña ventana de un baño público para escapar de un asesino?
Yo tampoco, pero lo descubriremos en unos momentos.
Debatí conmigo misma si era correcto quedarme aquí o no con la presencia de Max, es decir, una persona que conocía mi amistad con Milly y que lo más seguro es que conozca las causas de su muerte o inclusive estuvo de acuerdo, hasta que simplemente con mis dedos tiritando, mis labios liberando tenues sollozos y mis nervios colapsando como una bomba nuclear me quité uno de mis tenis y lo lancé cuatro veces hacia una ventana de cristal, que por lo apreciado su única función es que en el baño no quede fetidez, porque la vista que permite apreciar (un muro con graffitis) deja mucho que desear.
Supuse que el estrépito del vidrio destruyéndose quedaría encubierto por la música y el bullicio de las personas en el exterior.
Anudé mi cabello para que no estorbara y procedí a tomar el cesto de la basura, que se encontraba en una esquina del tocador, para tirar todo su contenido al suelo, dándome cuenta de que lo que más abunda son preservativos usados y otros objetos para adultos que prefiero no mencionar. Lo coloqué volteado justo debajo de la ventanilla, ya que mi corta estatura no me permitía ni siquiera rozarla con mis dedos. Me subí sobre este sintiendo como se hundía levemente bajo mi peso, pero nada lo necesariamente alarmante. Me acobardé al notar el marco con minúsculos cristales a su alrededor, que lo más probable es que terminen ultrajando mi piel como diminutas dagas. Estuve dispuesta a desistir y simplemente quedarme aquí hasta cerciorarme de que Max se marchara, pero a la otra parte de mí estas situaciones tan insignificantes ya no le da importancia.
Antes de poder seguir pensando lancé todo mi cuerpo hacia afuera. Solté un quejido de dolor al sentir punzadas en mi vientre al instante en que noto mis palmas sangrando por los vidrios. Obvié el dolor y continué arrastrándome hasta que logré impulsarme hacia adelante.
Como obra divina del señor por haber ensuciado el lavabo terminé tirada dentro de un contenedor de basura, y este tenía mucho más que unos simples condones. Solté blafemias inentendibles cuando comenzó a dolerme la espalda por el impacto contra una bolsa negra. Al levantarme para quedar sentada calló una cáscara de banana de mi cabello causándome repulsión mi situación.
—Michel, se puede saber qué estás haciendo ahora.
Quedé de piedra al girar el cuello a mí izquierda y ver a Démian de pie con los brazos cruzados mirándome de arriba a abajo impacible. Su cara solo muestra un leve nivel de desaprobación.
No está en mis planes hablarle acerca de Max así que dije lo más coherente:
—Ya me cansé de actuar como si me sientiera bien rodeada de ese tipo de personas —le di unas cuantas palmadas a mis brazos para quitar cualquier rastro de porquería, que más bien es una excusa para no mirarle a los ojos y no pille mi mentira.
—Eso sopesé —dijo dando un pequeño salto solo elevando los talones sin abandonar su postura anterior.
—Mierda. Me duele la espalda. ¿Qué tira la gente aquí? —me quejé observando con mala cara la bolsa negra.
—Cadáveres, tal vez —fingió hacer un análisis al contenedor.
—Pues caí sobre el de La Roca —me sobé el área afectada.
Sorprendentemente comenzó a reír con sutileza, algo que viniendo de él es como una súper carcajada.
—Al menos tus chistes están mejorando —se acercó para sujetarme desde las axilas y sacarme del asqueroso lugar —. Hueles peor que una ardilla muerta —tosió un poco al dejarme en el suelo.
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Démian Gray
RomanceY sí. Sabía que era una pésima idea... Démian Gray es todo lo malo que representa la sociedad. Su personalidad es ese callejón oscuro al que nadie querría acercarse al anochecer. Su físico es una luz que encandila hasta lo más profundo de tus pupila...