Las vidas de Ron y Kara son completamente diferentes desde que nacieron. Ron es un hombre bestia nacido en los barrios bajos de ciudad de Lina. Y Kara, una simple humana proveniente de una familia aristócrata con la vida resuelta.
Aunque son de mund...
Al día siguiente, voy al trabajo con total normalidad, atiendo, relleno papeleo, tengo reuniones con Laurence...
Todo "normal" hasta que llega la hora de irme.
—Hola Ron —Naly esta fuera del hospital.
—Hola Naly, ¿qué haces aquí?
—Vine a buscarte. El abuelo se va en unas horas, así que creí que sería buena idea que fueras a la mansion para despedirte de él.
—Claro, ¿porqué no?
Realmente, me pasé buena parte de la noche pensando en las palabras de Riner. Intenté concentrarme en el trabajo. Y ahora estoy aquí, entrando a la mansión en donde todo comenzó mientras los veo a todos en la recepción para despedirse de Riner.
—Rony —Riner se muestra feliz de verme y de ver que llevo conmigo un bolso en mi hombro.
—Yo —todos me miran —, solo vine a despedirme. Estas son cosas del trabajo.
—Claro —Me mira decepcionado —Bueno, ya es hora de volver.
—Dale un enorme abrazo a mi niña de mi parte —le pide Ursa.
—Dile que todos esperamos volver a verla algún día —continúa Terry.
—Que aunque ya no esté aquí, la seguimos recordando y queriendo como siempre —dice Kanna.
—Dile a la señorita que la queremos mucho, y que esperamos que nos escriba pronto.
—Se lo diré —sonríe antes de volver a mirarme —¿Ron?
—Yo... no sé qué podría decirle. Quizás sea bueno que no tenga noticias mías.
Luego de que Riner sube al carruaje, me acerco a la ventanilla para despedirme por última vez de él.
—Que tengas buen viaje, Riner. Espero que llegues sin novedad. —Riner saca una mano y la coloca en una de mis orejas.
—Estoy orgulloso de todo lo que has logrado, hijo. De verdad que sí —no deja de enseñarne una sonrisa triste —solo espero que no te arrepientas de esto.
<<Créeme que ya lo estoy haciendo>>.
—Descuida, no lo haré —lo miro con la misma expresión que él.
—Cuídate, hijo.
—Ustedes igual.
Y sin más qué decir, Riner se marcha de vuelta a Bento. En cuanto lo perdemos de vista, me despido tranquilamente de todos y me voy a casa.
—Sí, tienes razón. Me voy a arrepentir de esto —lanzo mi bolso hacia un rincón. Este se abre, dejándome ver las cosas que había preparado.—Es lo mejor. Si no me vuelve a ver, ella estará bien. Y yo también.
Termino sentado en el piso mientras tengo las manos sobre mi cabeza, aguantando las ganas que tengo de llorar por ser tan idiota.
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