Las vidas de Ron y Kara son completamente diferentes desde que nacieron. Ron es un hombre bestia nacido en los barrios bajos de ciudad de Lina. Y Kara, una simple humana proveniente de una familia aristócrata con la vida resuelta.
Aunque son de mund...
No sé bien qué decirle. Por el momento solo soy capaz de responder a las preguntas que ella me hace.
No puedo articular bien las palabras.
Quiero hacerle tantas preguntas.
Quiero preguntarle sobre lo último que había dicho. ¿A qué se refiere con que había escapado?
—Será mejor que me... —se va a ir.
—Kara, espera —reuno la poca fuerza que tengo para inclinarme hacia adelante —no te vayas —estiro mi mano hacia ella. Quiero alcanzarla — por favor, no te vayas.
Me siento tan patético al hacer todo esto. Me obligo a ponerme de pie y me apoyé contra la pared.
—No deberías exigirte tanto.
—Sí, si tengo —me agoto muy rápido —Vale la pena si con eso evito que vuelvas a irte —Veo cómo sus ojos se llenan de lágrimas —No sabes el infierno que he pasado todos estos años sabiendo que te alejé de mí.
—Y tú... —seca sus lágrimas —no sabes el infierno por el que tuve que pasar en Bento —ella sufrió mucho más que yo —Estoy segura de que lo que tú pasaste, no es nada comparado con lo que era mi realidad — su actitud es diferente. Ya no es la "damisela en peligro". —Estoy casi segura de que tuve que pasar por muchas más cosas que tú, Ron. Y sí estoy aquí, en mi hogar, es porque decidí hacer al fin las cosas a mi manera.
Ella me recuerda mucho a mí cuando nos conocimos. Oculta su dolor demostrando rudeza frente a otros. Ambos hemos cambiado.
—Adiós, Ron... —sale del cuarto sin dejar que diga nada más. Sale de la casa y yo me quedo ahí, parado como un idiota. Viendo como la pierdo otra vez.
—¡Naly! —bajo la cama saco ropa vieja, la que usaba antes de tener dinero.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué la señorita salió de ese modo? —me mira — ¿Por qué te pusiste eso?
—Ayúdame a salir.
—¡¿Qué?! ¡¿Te volviste loco?! ¡Aún estás débil!
—Es probable, pero tengo que intentarlo.
Hago que Naly me ayude a salir de la casa y que sea mi soporte para no caer en el camino.
—¿Seguro que funcionará?
—No, pero si no es así, ya no tengo nada que perder —la busco con la mirada hasta encontrarla —¡KARA! — gritar así me duele, pero no voy a detenerme. —¡KARA! —se detiene.
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