Las vidas de Ron y Kara son completamente diferentes desde que nacieron. Ron es un hombre bestia nacido en los barrios bajos de ciudad de Lina. Y Kara, una simple humana proveniente de una familia aristócrata con la vida resuelta.
Aunque son de mund...
Voy al estudio de mi padre como él mismo me lo exigió minutos atrás. Él ya está sentado esperándome para hablar de quién sabe qué.
—Toma asiento. —obedezco.
Mi corazón late a mil por hora con tan solo pensar en lo que podría ser.
—Una de las familias nobles que asistió a tu cumpleaños me ha hecho una propuesta muy llamativa a mi parecer.
—¿Propuesta? —así que de eso se trata.
—Tienen un hijo un año mayor que tú, heredero de muchas propiedades y empresas. Ellos están por sobre nosotros, y tener una alianza con ellos significaría un gran estatus para nuestro nombre y...
—Me vendiste —lo interrumpo —a tu propia hija.
—El acuerdo no está hecho aún.
—Pero no te importa mi opinión, no vas a cancelar nada —él continúa mirándome impertérrito —esperas la respuesta de la otra familia. Tú ya has decidido por mí.
—Al menos ya no hay que explicarte nada más, solo ponerte al día con los hechos.
—¿Es todo? ¿Ya puedo irme?
—Ya puedes retirarte. —comienzo a caminar hacía la salida —por cierto, el muchacho vendrá en una semana con su familia para conocerte mejor. Así que más vale que seas educada con él para causar una buena impresión.
—A veces me pregunto si valgo algo para ti. Pero veo que no. Nunca escuchas lo que tengo que decirte, y no te importa lo que quiero. Aquí todo se trata de ti y de tu ridículo estatus social. —no parece molestarse con lo que le acabo de decir.
—¿Hay algo que quieras decirme ahora mismo?
—Yo... no.
—¿Hay algo que quieras?
—Yo... —estoy a punto de negarme cuando recuerdo la conversación con Riner —a decir verdad, sí hay algo que quiero.
—Adelante. Cumpliré tu capricho si con eso cumples tu deber con la familia. —mi padre esta negociando conmigo para cumplir sus propios deseos. —¿Y bien?
—Quiero una escolta.
—¿Escolta? Ya tienes a Ursa.
—Me vas a entregar a un completo extraño. Lo mínimo que quiero, es algo como un guarda espaldas que esté conmigo cada vez que lo necesite.
—¿Y meter otra bestia más en esta casa? Ni hablar —me cruzo de brazos.
—Entonces no esperes que todo salga como lo planeas.
—No te atreverías a dejarnos en vergüenza.
—Ya sabes que poco interés tengo en tus asuntos. Así que tú dirás.
Ambos nos fulminamos con la mirada. Finalmente, mi padre parece rendirse.
—Bien. Pero más te vale cumplir con tu obligación.
—Como sea...
—Hablaré con la agencia para que envíen a alguien.
—No. —padre me mira levantando una ceja —confío más en Riner. Quiero que él encuentre a alguien para mí. Si no, no habrá trato.
—Bien... Hablaré con él más tarde. Ahora vete. Esta conversación a terminado.
—¿Así que eso es lo que era? — le pregunto mientras salgo.
Cierro las puertas del estudio detrás de mí. Y solo en ese momento puedo pensar con claridad en todo lo que ha ocurrido allí a dentro. <<Me vendió. Debo hablar con Riner>>, son mis dos pensamientos importantes.
—¡Riner!
—Señorita ¿todo bien? —Riner se sorprende al ver que camino directamente a él sin detenerme con los ojos tan húmedos que apenas puedo ver, y al llegar a él hundí la cara en su estómago —¡¿Señorita?! ¡¿Qué le ocurre?!
—¡Ya no puedo soportarlo más! ¡ya no quiero esto! —digo llorando.
—Señorita, cálmese por favor. —acaricia mi cabeza —debe entender que, la vida no es sencilla para nadie. Por lo que debemos ser fuertes acorde a ella.
—Lo entiendo, pero aun así, él me obligará a casarme con un extraño para tener un mejor puesto aristócrata.
—Quisiera poder hacer algo para que dejara de sufrir esta vida.
—Hice un trato con mi padre —me separo de Riner y me seco las lágrimas —le dije que haría lo que él quisiera si me conseguía una escolta.
—¿Y qué ha dicho?
—Lo aceptó. Pero le dije que tú lo buscarías.
—Bien. Entonces solo debo esperar a que me llame.
—Sí.
—¿Por casualidad no habrá oído el nombre de ese omega?
—Creo que era... —intento recordar lo de ese día —Ron, o algo así.
—Ron. Está bien.
—¿Cómo harás para encontrarlo?
—No se preocupe por ello. Por ahora, solo vaya a descansar. Le diré a Ursa que vaya a hacerle compañía.
—Gracias, Riner. De todos aquí... —siento que me sube la temperatura — eres en el que más... puedo confiar...
—¡Señorita! —exclama mientras me detiene de caer —tan de repente... ¿cómo...?
De pronto dejo de oírlo, y todo se vuelve
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