Kara:
Mi nombre es Kara, provengo de una familia aristócrata, mis dos padres son humanos, igual que sus padres, y sus padres, y así. Mi familia espera lo mismo de mí. Un hombre noble, humano, de padres humanos.
De verdad no los entiendo. Pero los únicos omegas que conozco son empleados de nuestra mansión. Tengo buena relación con ellos; siempre me ayudan y me agradecen por ser amable con ellos. Me gusta escuchar sus problemas y que ellos me aconsejen. Podría decir que son mis únicos amigos, ya que nunca salgo de la mansión y no hay muchas personas de mi edad con la que me sienta cómoda.
A mis padres no les gusta que trate con los omegas que trabajan en la mansión. Llevan años diciéndome que no debo tratarlos como iguales. Pero no estoy de acuerdo con ellos, por lo que soy algo así como la oveja negra de la familia.
—Señorita Kara. No debería estar aquí, su padre la regañará otra vez.
—Ursa. Hola. Bueno, no sería algo extraño de él ¿Cómo estás hoy?
—Muy bien, señorita —responde mientras sigue con la limpieza de los pasillos. —por cierto la felicito por su décimo octavo cumpleaños.
—Oh, gracias.
—No parece muy animada, ¿está enferma?
—No lo estoy. Es solo que cada año es igual, y estoy cansada de esta vida y que deba hacer lo que los demás esperan de mí.
—La vida no es como uno quisiera, señorita Kara. Usted es la única hija heredera de esta mansión, y su propósito es casarse con un joven noble para tener hijos y mantener el linaje de su familia.
—Lo sé, pero una vez estuve leyendo sobre los años antiguos y...
—No hay libros de ese tipo en este lugar ¿de dónde los sacó?
— Pues, Riner me los enseñó y me dejó leerlos. Pero me dijo que era un secreto, y que no se lo dijera a nadie, o si no estaríamos en problemas... —digo jugando con la punta de mis dedos y moviéndome de un lado a otro.
—Esa vieja pantera. Ya hablaré con él más tarde.
—¿Cómo sabes que has encontrado a tu pareja predestinada?
—Nadie que yo conozca lo sabe. Pero dicen que sientes una presión extraña en tu pecho y en el de quien es tu pareja, entonces ambos lo saben. Pero es algo muy raro.
—¿Nunca encontraste a tu pareja?
—No, pero no es algo de lo que me preocupe hoy en día. He tenido una larga vida en esta mansión —vuelve la mirada hacia mí —cuidando de la pequeña señorita que siempre ha sido buena con todos —vuelve a mirar lo que hace —una osa vieja como yo ya no tiene porqué preocuparse de ello. Además, los hombres de ahora prefieren estar con los de su especie.
—¿Por qué Dios nos maldijo con la muerte de la pareja predestinada?
—Dios quería que conviviéramos todos juntos. En el mundo hay la misma cantidad de omegas como de humanos, y el ver que la gran mayoría no cumplía con esto, decidió maldecirnos.
—¿Hay parejas entre humanos y omegas? —no me gusta mucho usar esa palabra en conversaciones. Aunque a ellos no parece importarles.
—Las hay, pero no son parejas predestinadas.
—¿Por qué Dios querría que nos emparejemos con un solo ser en todo el mundo?
—Quién sabe. Quizás habría algo especial en ellas que las hace la pareja perfecta. O quizás no. Quizás son seres que rellenan el vacío del otro. Lo que le falte a uno lo complementará el otro. ¿pero qué puedo saber yo?
Ambas reímos un momento hasta que nos silencia el sonido de la puerta abriéndose de golpe, anunciando la entrada de mi padre.
—¿Qué haces aquí, Kara?. Deberías estarte preparando para tu fiesta de cumpleaños.
—¡Padre! —Ursa continúa haciendo los deberes en silencio y con la cabeza gacha. —solo es una fiesta...
—Es tu cumpleaños número dieciocho. El más importante en la vida de una mujer. Vendrán invitados de varias casas prestigiosas, y deberás tratar adecuadamente a los invitados.
—Nunca habían invitado a personas de otras casas para mi cumpleaños. ¿Por qué ahora es tan importante?
—Ya estás en edad de tener que conocer a un joven digno de nuestra familia. Y hoy vendrán varios de ellos para conocerte.
—¿Así que me venderás al mejor postor para seguir con tu forma de vida perfecta como siempre?
—¿Y qué otra cosa planeas que hagamos? ¿Dejar que nuestra única hija vaya por ahí de la mano con esas criaturas, echando a perder siglos de tradición, y trayendo vergüenza a la familia?
—No puedo creer que dijeras eso. Odio vivir aquí. Odio ser parte de esta familia. Y odio tus estúpidas tradiciones.
—Ya es suficiente. Te irás a tu cuarto y te preparás hasta la noche. Hasta entonces, no tendrás permiso de salir a ningún lugar. Y estarás escoltada para evitar que hagas alguna estupidez.
—¡Ya no soy una niña! ¡y puedo hacer lo que se me dé la gana con mi vida!
—¡¿Y qué planeas hacer si nunca has salido de este lugar?! ¡No sobrevivirías ni un solo día allá fuera, en donde bestias y humanos están teniendo inmundas crías mestizas. — mi padre es muy cruel al momento de hablar sobre los omegas.
—Al menos ellos si pueden escoger lo que quieren hacer con sus vidas...
—Ya es suficiente. Ursa. —ella se voltea hacia mi padre —lleva a Kara a su cuarto.
—Si señor. —Ursa pone su mano en mi hombro suavemente —venga señorita.
No quiero causarle problemas a Ursa, así que obedezco y dejo que me guíe a mi habitación.
—Esto es injusto, ¿por qué me hace esto?
—La vida no es como todos quisiéramos, señorita.
—Eso ya lo dijiste, pero no es justo. Yo... yo quiero irme de este lugar. Si mamá estuviera aquí, me habría apoyado en algunas cosas al menos.
Por desgracia, mi madre falleció repentinamente hace un par de años; y todo indicaba que había sido parte del porcentaje de personas que mueren debido a la muerte de su pareja predestinada.
A veces pienso en cómo sería si tuviera un omega como pareja. Amable, caballeroso, bueno con los demás; me imagino a alguien así como un príncipe de cuento de hadas.
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Un lazo irrompible (Editado)
FantasyLas vidas de Ron y Kara son completamente diferentes desde que nacieron. Ron es un hombre bestia nacido en los barrios bajos de ciudad de Lina. Y Kara, una simple humana proveniente de una familia aristócrata con la vida resuelta. Aunque son de mund...