Matt dejó que Jake entrase en su habitación, y el pelirrojo se sentó en su silla de escritorio con las piernas descaradamente abiertas y los brazos cruzados. Matt presentía que estaba intentando dar una sensación de confianza que en realidad no tenía.
Había llegado el momento de que Matt cumpliera con su parte del juego: tenía que hacerle una mamada a Jake. ¿Estaba nervioso? Sí, por supuesto. Nunca antes había hecho una, ¿cómo se hacía algo como eso? ¿Bastaría con dejarse llevar? ¿Y si lo hacía mal? ¿Podía incluso quizá hacerle daño sin querer a Jake?
Y, a pesar del nerviosismo, ¿tenía ganas de hacerlo? Joder, claro que tenía ganas. Jake era... Bueno, Jake. A fin de cuentas, Matt había empezado todo aquello del juego por él. Después de tantos años recreando el beso que se dieron de niños, le era imposible pensar que ahora tenía al mismo chico delante, disponible a recibir de Matt mucho más que un beso.
La expresión del pelirrojo, sin embargo, seguía siendo completamente seria, igual que había sido durante toda la semana, desde que Matt le dio aquel beso en su habitación. Matt, en realidad, estaba bastante harto de que se comportara así. Decía que no le gustaban los chicos, vale, Matt podía respetarlo, a pesar de que no creyera que fuera cierto en absoluto. Pero, ¿por qué tenía que comportarse de una forma tan distante con él solo por el beso? No era justo. Matt y él habían sido los chicos que mejor se habían llevado desde que entraron en la casa. ¿Y ahora iban a comportarse como si apenas se llevaran bien?
Matt tenía pensado arreglar eso esa misma tarde.
—¿Tienes pensado dejar de mirarme con esa cara tan desagradable un día de estos? —Medio bromeó Matt, que se encontraba sentado en su cama, frente a Jake.
—¿Puedo pedirte un favor, Matt? Vengo del gimnasio, estoy cansado, son casi las doce de la noche. ¿Podemos pasar directamente a la parte en la que me la chupas, haces que me corra y me voy a dormir?
Matt soltó un suspiro. ¿Iba a ser así de poco colaborativo? Era Jake, ¿de qué se sorprendía?
—Es que precisamente no es eso lo que quiero. O, mejor dicho —Matt le sonrió—: chupártela y hacer que te corras no es lo único que quiero.
Una vez más, Jake no cambió su expresión.
—¿Entonces qué coño quieres?
—Ya te lo he dicho: que dejes de ponerme esa maldita cara cada vez que me veas, como si... Como si te cayese mal.
Jake se incorporó en su silla.
—No me caes mal, Matt —confesó.
Por lo menos, eso era algo. Quizá incluso más de lo que Matt debería pedir.
—¿Entonces? ¿Por qué desde que te besé me da esa sensación?
Jake se encogió de hombros. No dijo nada.
—Necesito que hables, Jake, porque necesito entender por qué te molestó.
—¿Por qué me molestó? —Esa vez, Jake rio—. Matt, ni siquiera me pediste permiso.
Tenía razón en eso. Matt se sintió sonrojarse ligeramente.
—Lo sé. Lo siento. Hice... Actué por impulso.
—Pues quizá deberías dejar de actuar por instinto, al menos conmigo.
—Yo pensé que...
—¿Qué pensaste? ¿Que me iba a gustar? ¿Creías que te iba a proponer echar un polvo allí mismo, por los viejos tiempos? No seas infantil, Matt.
—¡No pensé lo que iba a pasar! No lo pensé. Lo hice, sin más. Lo siento. ¿Pero puedes por lo menos dejarlo pasar?
—Eres tú quien ha sacado el tema de conversación.
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Juego de Chicos (+18)
RomanceLo único que Nick, Gabriel, Will, Jake y Matt tienen en común es que convivirán en su nueva casa de estudiantes durante todo un curso. Eso, y que los cinco han aceptado entrar en el juego que Matt les ha propuesto. Las normas son sencillas: -Nadie p...