Petición

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Gabriel no se sentía cómodo en absoluto con la idea de tener que hablar con Zach.

Ambos eran conocidos, y habían sido amigos cuando eran más pequeños, pero el gemelo sabía que tampoco estaban lo suficientemente unidos como para que Zach le pidiera hablar. Si lo había hecho tenía que ser, sin duda, por lo que vio en las duchas.

Se moría de vergüenza cada vez que lo recordaba. Zach tenía ahora demasiado poder tras haber visto eso. Le debía una por guardarle el secreto. ¿Y si se lo contaba a alguien más? ¿Y si ya lo había hecho y quería quedar con él para confesárselo? Joder, podrían echar a Gabriel de natación si se enteraban, además de la vergüenza que pasaría por ello...

Cuando vio salir a Zach del interior del deportivo donde ambos entrenaban, Gabriel respiró profundamente junto a las escaleras donde lo había estado esperando por unos interminables minutos.

Le saludó como si nada con una sonrisa y Zach se la devolvió. Eso lo tranquilizó, aunque solo levemente.

Se apartaron un poco de la puerta principal hasta quedar más apartados. Fuera lo que fuera lo que Zach tenía que decirle, parecía que quería que fuese privado.

—¿Qué es lo que tienes que contarme? —Preguntó Gabriel sin rodeos ninguno. Prefería ir completamente al grano.

Zach resopló y se pasó ambas manos por el rostro, aparentemente avergonzado. Pero, ¿de qué?

—Quería hablar... de lo que vi en las duchas.

Gabriel tragó saliva.

—¿Qué quieres saber?

Zach se encogió de hombros.

—¿Qué hacíais?

Gabriel soltó una risa falsa.

—¿A ti qué te parece?

—Bueno, ya. Me refiero a que quién era ese chico. ¿Era tu novio, Gab?

—No, no es mi novio —en contra de su voluntad, a Gabriel se le vinieron a la cabeza las imágenes de esa misma mañana, durante el desayuno. No pudo evitar notar cómo Will había mirado a Jake mientras comía. Borró la imagen de inmediato—. Es solo un compañero de piso.

—¿Te lo montas con tu compañero de piso?

—No. O sea, sí. Es una larga historia, Zach. ¿Por qué coño te interesa?

Zach movía su pierna derecha de manera continuada.

—Porque es que no puedo dejar de pensar en la escena. Es que... Joder, la culpa es vuestra, ¿a quién coño se le ocurre hacerlo ahí a la vista de todos?

—Era un juego, joder. Una prueba de mierda de un juego.

—¿Un juego?

Gabriel rodó los ojos.

—Si te cuento lo que hacíamos, ¿prometes dejar de hacer preguntas?

—No.

—¿Zach?

—Joder, bueno, vale, lo intentaré. Pero es que son muchas preguntas.

Gabriel se lo contó igualmente. Prefería saber que era todo parte de una prueba antes de que pensara que era habitual en él ir allí con chicos a montárselo.

—El caso es que en nuestra casa de estudiantes los chicos que vivimos allí jugamos a un juego, sexual. Y tenemos que cumplir lo que nos toque. A nosotros nos tocó eso.

—¿A un juego sexual? —Zach parecía ahora intrigado más que antes. Gabriel se arrepintió de no haber dado explicaciones.

—Zach, tienes que guardarme el secreto. Te lo cuento porque... porque me guardaste el secreto de lo de las duchas y mereces saber la verdad. Pero como digas algo...

Juego de Chicos (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora