Armonía

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Jake obedeció tumbándose boca abajo en el colchón de la cama. Fue entonces cuando se dio cuenta de lo asustado que estaba. Él nunca había estado en esa posición durante el sexo. No sabía siquiera si la disfrutaría.

El miedo estaba de nuevo venciendo su cuerpo mientras escuchaba a Will abrir el lubricante y untarse los dedos en él. Después, comenzó a intentar introducir uno de los dedos en él.

La respuesta de Jake fue tensarse de inmediato.

Will se acurrucó junto a él. Jake giró su cuello para mirarlo a los ojos.

—No vamos a hacer nada que no quieras, ¿vale? Dímelo en cualquier momento y pararé.

Jake asintió. Tuvo el impulso se preguntar si aquello iba a doler, pero se contuvo. Ya sabía la respuesta. La había vivido en otras ocasiones cuando había sido él el encargado de quitar virginidades a otras personas.

—Relájate —susurró Will. Jake lo intentó, pero al notar el dedo de Will introducirse en él, volvió a tensarse—. Déjame entrar, Jake. Una vez lo hayas hecho, podrás darte cuenta de lo increíble que se siente.

Jake respiró hondo, y el chico fue meciendo su dedo en el interior. La sensación era extraña. No era placentera. Al menos, todavía no. Aun así, el cuerpo de Jake se fue destensando, confiando en Will.

Después de eso, Will pasó a meterle dos dedos en lugar de uno. Jake sufrió levemente al notarlos entrar y salir de su cuerpo. Cerró los ojos y, simplemente, se concentró en Will. En sentirlo. En dejarlo pasar. En dejarlo entrar.

Notó a Will incorporarse en la cama, lo que solo podía significar una cosa: aquello iba a ir definitivamente a más.

Lo sintió primero apoyando sus piernas sobre las suyas, después todo el cuerpo del chico cayendo sobre él, recostándose sobre el suyo. Y, por último, empezó a sentirlo entrar.

Jake no pudo evitar tensarse como nunca y agarrar las sábanas de la cama con las manos cerradas en dos fuertes puños.

—Jake —le susurró Will en el oído. Después, se lo besó—. Solo soy yo. Will. Sé que confías en mí. Sé que eres capaz de hacerlo. Estás a salvo conmigo.

Jake respiró, y un abatido de recuerdos le recorrió el espacio mental. Pensó en la primera vez que se vieron, en las pocas palabras que habían intercambiado, pero en la curiosidad que Jake había sentido siempre por sus labios. Lo recordó jugando por primera vez al juego, cuando los dos compitieron por no beberse el contenido de ese vaso.

Recordó lo mal que se había portado con él, y sintió que no merecía lo que estaba recibiendo. Y, aun así, se permitió recibirlo. Recordó lo bien que le había hecho sentir siempre, lo bien que le había entendido, incluso cuando ni él mismo lo hacía.

Era Will. Siempre sería Will. Y Jake jamás sería capaz de entregarse a él lo suficiente como para agradecérselo.

El miembro de Will estaba entrando. Estaba ocurriendo. Lo estaban penetrando. Y sí: dolía tanto como Jake había imaginado que dolería. Pero, para su sorpresa, sus puños se estaban deshaciendo según Will entraba.

—¿Vas bien? —Quiso saber Will—. Ya casi está entera.

Jake solo pudo responder soltando todo el aire que había tenido contenido, y Will se introdujo más en su interior. Jake notó un pequeño desgarre en su interior. Su dentadura se tensó y soltó un pequeño quejido justo antes de que todo el peso de Will cayera sobre él.

—Ya —suspiró el chico que estaba encima—. Estoy dentro, Jake.

Y Jake sonrió, lo que Will aprovechó para besarle la sonrisa.

Juego de Chicos (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora