Prólogo.

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—Un patito hace cua, dos patitos hacen cua cua... —su padre lo arrulló entre sus brazos, cantándole una canción de cuna para que conciliara el sueño— Tres patitos hacen cua cua cua...

Jimin se removió, logrando alzar su rostro para poder verlo.

—Papito —le llamó en voz baja, deseando que su otro padre no lo escuchara.

El omega lo miró entre la leve oscuridad, esbozando una sonrisa melancólica.

—Duerme, cachorrito —sollozó destrozado. Estaba cansado de la miserable vida que tenía que llevar, solo por ser un omega.

—Te amo, papito —Jimin estiró su pequeño bracito y le acarició la mejilla a su padre con su mano, quien se inclinó sobre su tacto.

—Y yo te amo a ti, mi cachorrito —dejó que las lágrimas humedecieran la diminuta mano de su cachorro, quien no era ajeno a su sufrimiento.

—¡Yoongi! —el grito furioso de Hoseok, desató el pavor en el omega. Su cuerpo delgado y huesudo comenzó a temblar, siéndole imposible controlarlo— ¡Omega, ven aquí!

—No vayas, papito —Jimin lo abrazó con desespero, temiendo que su padre fuera a ser lastimado una vez más.

Yoongi quiso asegurarle que todo estaría bien, que no había peligro alguno, que volvería pronto para dormir a su lado. Pero no podía mentirle de esa manera, cuando su cuerpo frágil y pálido dejaba en claro la triste realidad; estaba cubierto por largos cardenales violáceos.

—Escúchame bien, cachorrito —le acarició las hebras negras a su hijo— Nunca te dejes dominar por nadie, porque no eres un objeto. Tú no le perteneces a nadie más que a ti mismo, ¿quedó claro?

Eran palabras grandes, difíciles de entender para un niño de tan solo seis años. Jimin asintió con su cabeza, sintiendo como si padre alejaba sus delgados brazos de su pequeño cuerpo.

—No dejes que un alfa te marque, cachorrito. Ningún alfa vale tanto como para clavar sus alquerosos colmillos en tu precioso cuello, para luego exhibirte ante la sociedad como su trofeo. Y ningún omega vale menos por rechazar los cortejos de algún alfa.

—No los dejaré, papito.

—Muy bien —sonrió y besó la frente de su hijo antes de salir de la cama— No salgas de la habitación...

—No.

—Y... ponte los audífonos, ¿vale? —agradeció que estuviera oscuro. No era capaz de mirar a su hijo en el estado que estaba; con lágrimas rodando por sus magulladas mejillas— Por nada te los saques. Solo... escucha música un poco fuerte.

Odiaba con todo su corazón tener que recurrir a eso, pero no deseaba que su pequeño cachorrito escuchara sus lamentos mientras el Alfa que decidió marcarlo sin su consentimiento, lo tomara con la brutalidad que solía hacerlo.

—Está bien... —murmuró Jimin, sintiendo el nudo oprimir su pecho.

Era un niño incapaz de defender a su padre, observando en silencio como era golpeado porque a su padre alfa así le parecía correcto.

—Te amo, cachorrito —avanzó hasta la puerta de la habitación, dispuesto a salir de ella.

—Te amo, papito —respondió, colocando cada audífono en sus oídos y encendiendo la música en el teléfono que su padre alfa le regaló por su cumpleaños.

Yoongi salió y avanzó por el corto pasillo hasta su habitación, encontrando a su Alfa sentado en la cama.

—Cierra —le ordenó, su voz sonando más severa de lo normal. Estaba enfadado.

With you Ω KM.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora