Capítulo 32.

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Jungkook miraba fijamente el techo liso y blanco de su habitación, mientras el sonido de los pájaros cantando se escuchaba fuera de la ventana. Debían ser las cinco de la mañana, incluso más temprano, no lo sabían exactamente. Llevaba un tiempo despierto, cuando la nube del celo finalmente se esfumó por completo de su sistema.

Soltando un suave suspiro, Jungkook miró a Jimin, quien dormía completamente desnudo y acurrucado a su lado; con su cara enterrada en sus costillas, una mano sobre su pecho y una pierna enredada con las suyas.

Habían pasado ya cinco días desde el incidente en aquel hotel de mala muerte. Cinco días en los que Jimin se mantuvo con esos bonitos ojos dorados y todo lo que quería era ahogarse con su polla. Debía admitir que nunca antes creyó que el celo de un Omega, de su Omega, sería tan jodidamente intenso.

Estaba cansado. Agotado. Completamente exprimido. Estaba casi seguro de que ya no quedaba una sola gota se semen en su cuerpo.

Si bien, su celo también parecía haberse activado de alguna forma, no había sido tan intenso como el de Jimin. Tenía más tiempo de lucidez, donde podía perfectamente comer, beber, ducharse y hasta descansar viendo televisión hasta quedarse dormido. Jimin en cambio, fue todo lo contrario. Sus momentos de lucidez los usaba para beber agua, comer a duras penas y caer rendido en un sueño profundo.

Y fue así por largo cinco días.

—Ugh —Jungkook se quejó, cuando la marca en su cuello comenzó a palpitar.

Estaba marcado.

No tardó mucho en darse cuenta de la marca. Cuando traía a Jimin inconsciente desde el hotel, sintió una punzada y se llevó la mano al cuello, notando de inmediato la herida. Luego, una vez en casa, la miró a través del espejo en el baño, y fue horriblemente molesto saber que ni siquiera se sentió molesto, joder.

Una marca por parte de un Omega era claro signo de humillación. Ningún Alfa quería una marca, porque lo natural y lo normal era que ellos marcaban a su Omega. Era para un Alfa, y para toda la sociedad, símbolo de poder, superioridad y completo dominio sobre alguien inferior.

¡Pero por todos los jodidos infiernos! A él le parecía incluso encantador. Su pecho se inflaba orgulloso, porque su Omega demostraba ser tan territorial y posesivo que había decidido marcarlo como suyo.

Aunque le parecía injusto, por supuesto. Él también deseaba marcarlo, reclamarlo como suyo. No lo había hecho, porque esperaba que un día Jimin se lo pidiera. Sin embargo, lo había anudado tanto durante estos cinco días, que esperaba de todo corazón que Jimin no se sintiera demasiado adolorido una vez que se despertara.

Jungkook movió su mano lentamente, cepillando con las yemas de sus dedos la piel desnuda de la espalda de su Omega, disfrutando de su suavidad. No fue muy consciente de que las esquinas de sus sabios se elevaron, formando una estúpida sonrisa, mientras él se perdía por completo en esa adictiva sensación de tener a su Omega a su lado; entre sus brazos.

Te quiero.

Su corazón saltó de repente, y la mano que seguía acariciando la piel del Omega se detuvo de inmediato.

No es que Jungkook huyera del sentimiento y se negara a experimentarlo. Era un hombre adulto, maldita sea, bastante responsable de sus acciones y muy capaz de hacerse cargo de sus propios sentimientos una vez que reconocía su existencia.

Pero vamos, ese ni siquiera era el problema principal para empezar. Él y Jimin no estaban en algún tipo de relación, ni siquiera en algo así como el inicio de un cortejo.

Simplemente genial.

Jimin comenzó a removerse en la cama, incómodo, abriendo lentamente sus ojos. Fue inevitable fruncir el ceño, intentando adaptarse a la suave luz de la mañana. Jungkook lo observó en silencio, sabiendo que su Omega de una u otra manera intentaba deducir que estaba pasando.

With you Ω KM.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora