Capítulo 56.

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Jimin observaba con atención, desde el sofá donde estaba cómodamente sentado mientras esperaba a que Jungkook terminara de hacer lo que sea que estuviera haciendo, cómo los padres de su alfa intercambiaban palabras, miradas y sonrisas cargadas de amor, de deseo y profunda pasión.

Era un poco envidiable, considerando que su padre había muerto hacía mucho y que los recuerdos de él era siempre viéndolo delgado, cansado y deprimido. Nunca vio a sus padres juguetear cariñosamente o decirse que se amaban.

Soltando un suave suspiro, apartó la mirada de ellos para volver a observar la delicada y elegante taza de porcelana que sostenía entre sus manos. El té humeaba y las rodajas de manzana y palitos de canela flotaban en el líquido ámbar.

—¿Todo bien? —Jungkook preguntó, tomando asiento a su lado. Jimin giró el rostro para encontrarse con sus preciosos ojos azabaches— Te ves distraído.

—No es nada —negó rápidamente, volviendo a clavar los ojos en su té mientras respiraba su rico aroma.

Jungkook arqueó una de sus cejas, evidenciando con ese gesto que no le estaba creyendo nada.

—Te huelo. Te siento. Puedo incluso saber lo que estás pensando —le recordó a Jimin con suficiencia, bastante orgulloso de las extrañas habilidades que había adquirido.

Jimin torció sus regordetes labios con ligero disgusto. Él aún no podía tener acceso total a los pensamientos de Jungkook, por más que se concentrara para sentirlo de la misma manera que él lo sentía.

—No es nada —mintió, porque se sentía ligeramente irritado y no sabía el motivo que estaba desencadenando aquello.

—Mmm... —Jungkook tarareó y Jimin quiso pararse e irse lejos de él, porque no hacía más que aumentar su extraño mal humor.

Y como Jungkook había dicho, podía olerlo, sentirlo a través del vínculo, leer sus pensamientos, enterándose del estado anímico de su omega.

Sonriendo, se movió hacia Jimin y le quitó con cuidado la taza para dejarla sobre su platillo en la mesita de centro, para luego tirar de él entre sus brazos. Jimin no se resistió en lo absoluto, acurrucándose casi de inmediato, gimiendo bajito mientras enterraba su cara en el cuello de Jungkook, aspirando su varonil olor almizclado con notas amargas.

Mmm, delicioso.

—¿Qué pasó? —Jungkook exigió saber, repartiendo caricias por el largo de la espalda de su omega.

Estaban en la amplia sala de estar en la casona de los padres de Jungkook, y a Jungkook parecía no importarle que los vieran de esa manera. No se cohibía ni se avergonzaba de sí mismo cuando debía demostrar afecto y cariño a su omega.

Jimin no dijo nada por un momento, concentrado en respirar todo lo que le fuera posible del olor de su alfa, como si fuera un verdadero adicto. Pero luego de un momento, cuando su cuerpo experimentó un extraño escalofrío, se removió para apartarse del cuerpo de Jungkook y así poder mirarlos a los ojos.

Ambos se observaron por un momento, como si estuvieran hablando telepáticamente, cuando en realidad solo se veían.

Jimin se relamió los labios, sintiendo como su cuerpo se volvía poco a poco más febril.

—Quiero... —apretó los labios, frunciendo el ceño y negando un poco con su cabeza, luego cerró los ojos y tomó una urgente bocanada de aire, mareándose con el olor de su alfa— Me siento extraño... —casi gimió, sintiendo como todo le daba vueltas. Se sentía borracho por las feromonas amargas de Jungkook.

—¿Extraño? —Jungkook repitió confundido, luego preguntó:— ¿Quieres ir a casa?

Jimin abrió los ojos, intentando enfocar a Jungkook. Fue difícil, porque realmente se sentía de una manera que no sabía cómo explicar.

With you Ω KM.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora