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Son las tres de la madrugada cuando Yang Jeongin despierta.

Su garganta ardía, pues la noche anterior había estado comiendo frituras como un loco y la gaseosa que lo acompañó en su misión, no le ayudó mucho a quitar la sed por lo que restaba de la noche. Sus padres no trabajaban al día sigueinte y se iban a la cama un poco más tarde a diferencia del resto de la semana, Jeongin amaba cuando esto sucedía, pues el tiempo que pasaba con su familia era casi terapéutico.

La cocina se encontraba desordenada y no le sorprendía en lo absoluto. Ninguno de los tres se iba a dar el tiempo de arreglar eso antes de dormir, casi nunca lo hacían y en la mañana se volvía un verdadero caos, pero ya estaban acostumbrados y fue por lo mismo que Jeongin se limitó solo a tomar agua y calmar su sed. Dio un gran bostezo, sabiendo entonces que era su señal para volver a la cama.

A lo lejos podía escuchar risas, música baja y otros tipos de sonidos que prefirió ignorar olímpicamente. Todo apuntaba a que sus vecinos escandalosos estaban haciendo fiesta... Otra vez.

Cerró sus ojos al entrar en la suavidad de sus sábanas, y cuando estaba cayendo en un sueño profundo, un ruido lo hizo ponerse alerta.

Pero ese ruido venía del balcón.

Y entonces, una figura bastante conocida se asomó por las cortinas. Jeongin alzó sus cejas y se sentó en la cama, se sentía confundido y estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no pensar que aquello que estaba viendo no se trataba de algún sueño extraño.

Lo vio quitarse la corbata y ese traje molesto que seguro lo ahogaba, porque lo conocía y no necesitaba preguntarle para saber que es así. Se puso uno de los pijamas que guardaba en el tercer cajón de su closet y se apresuró en subirse a la cama, gatear sobre ésta, para llegar a la altura de Jeongin y abrazarlo con fuerza. De manera que ambos cuerpos se volvieron uno y pudo esconder su rostro en el espacio que había libre en la zona de su cuello.

Había sido un mal día, lo supo de inmediato.

─Buenas... ¿Noches? ─dijo, metiendo de inmediato su mano en los cabellos rubios de Hyunjin.

─Hola... ─él susurró en su cuello y le provocó cosquillas.

─¿Estás bien?

Hyunjin suspiró, se dio su tiempo para responder, incluso se acomodó mejor en la cama y respiró el perfume de Jeongin porque es sencillamente adictivo. En especial cuando se siente agotado.

─Algo así. Fue un día asqueroso, no tenía ni la menor idea de que podía estresarme tanto.

─Te dije que no haría mal tomarse un respiro.

─Lo sé...

─¿Y entonces?

Nada, suponía Hyunjin. Había algo muy erróneo en su actuar, y aquello es pensar que, mientras más rápido haga las cosas, más rápido se va a librar de toda esa presión. Y por supuesto que está muy equivocado, porque la guerra no se gana en un mes y tampoco puede aprender a ser un buen militar en ese tiempo tan corto. Necesita muchísima práctica, sin embargo, Hyunjin no está seguro de querer seguir. Su fuerza de voluntad no es la misma del principio.

─Yo... ─suspiró─. Ni siquiera estoy seguro de lo que debería sentir. Ni siquiera sé si esto es lo correcto... Solo deseo que se acabe.

─¿Lo que estás haciendo en la empresa?

Hyunjin no respondió de inmediato, como hubiese hecho si fuese la respuesta correcta. En cambio, se quedó en silencio y movió sus piernas para entrar en calor, se imaginaba el frío que seguramente hacía afuera, pero no le prestó mayor atención porque, entonces, decidió hablar.

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