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─Y cuando lo hagas, tiene que ser a fuego bajo. Recuerda que las preparaciones grandes deben lograr una buena coacción y si es alto, entonces se va a quemar.

Donghyuck asintió, atento a cada palabra de la chica, a los movimientos de su mano izquierda y como parecía ser una experta en lo que hacía. Su concentración no podría romperla ni una bomba explotando justo en sus oídos.

─¿Entendiste?

─Uh, sí. Creo que lo hice...

Giselle le sonrió una última vez y dejó que Donghyuck lo hiciera por sí mismo.

Había algo en esa chica que lo hacía sentir demasiado tranquilo, como si no fuese una completa desconocida con la que recién comenzaba a establecer una conversación fluida. Ella es cálida y muy agradable, el tipo de persona que Donghyuck no se encuentra tan fácilmente por la calle. El tipo de persona que le recuerda a lo que era antes de la depresión.

Como era de esperarse, Donghyuck logró hacer lo que Giselle le estaba enseñando y ella comenzó a aplaudir reiteradas veces, mientras lo felicitaba con apretones en el hombro y palabras muy alentadoras. Justo como si las hubiese practicado mil veces antes de decirlas.

Sabía exactamente lo que tenía que hacer y decir.

─¡Lo hiciste muy bien!

─¡Uchinaga! ─entonces, un profesor repitió aquél nombre como una mantra.

La recién nombrada rió, luego de pedir disculpas que no eran ni un poco sinceras, pues es tan ruidosa que ni así podría dejar se serlo y Donghyuck se dio cuenta de eso el día que la conoció.

─Entonces, Hyuck... ¿Puedo llamarte así? ─asintió y ella siguió hablando─. No me has contado nada sobre ti y yo cuento en exceso sobre mí. ¿Qué me puedes decir?

─Oh, bueno...

─No tiene por qué ser algo importante, ya sabes, un dato o lo que sea ─alzó sus hombros, mientras volvía a revolver la olla─, solo para hacer corta esta clase.

Donghyuck se removió algo inquieto en su lugar y Giselle fue muy consciente de ello. De hecho, había llegado a pensar que la chica sabía más de él que el mismo Donghyuck, como si lo hubiese leído por completo en su primer día de clases o como si pudiese ver lo roto que se encuentra con una sola mirada.

Porque le parece extraño, conoce personas cálidas como Giselle, pero a ninguna de esas las ha visto actuar tan confiadas con desconocidos, sin esperar nada a cambio y silenciando el mundo entero para que pueda sentirse a gusto. No cree que pueda haber otra razón más que esa; Giselle sabe que Donghyuck se encuentra caminando en una cuerda floja de la que podría volver a saltar en cualquier momento.

O quizás le había sucedido lo mismo que a él.

Sin embargo, esta última es una estupidez, un engaño de su cabeza para no pensar en la muerte que casi lo alcanzó. Hacerle creer que conoce a Giselle de otro lugar es la mentira perfecta para mantenerlo ocupado.

─No sé si sea algo interesante, pero soy adoptado ─comentó, subiendo el tono de su voz poco a poco─. Mis padres me adoptaron cuando tenía cinco años y creo que es algo obvio que no recuerdo nada. No conozco la vida antes de ellos, literalmente. Quizás suene un poco cursi y tonto...

─En realidad, suena muy lindo ─Giselle le sonrió.

─¿Sí?

─Sí, te escuchas agradecido y amado ─movió su cabeza de arriba hacia abajo y luego suspiró, aunque la sonrisa de su rostro no se había borrado del todo─. Yo también soy adoptada, pero no es como lo dices tú.

Stray BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora