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─¡Basta, ya dije que no me gusta esto!

Se apartó del agarre y gateo sobre la cama hasta estar fuera de ésta. Es en momentos como esos donde olvida totalmente su condición.

Pijama desordenado, el cabello hecho un completo desastre y su característica mueca de estar harto de la situación, todo eso definen a Seo Changbin en el centro de rehabilitación. Todavía había rastros de baba en su rostro cuando la enfermera hizo presencia en su habitación con su típica sonrisa y haciendo todo el ruido posible.

Odiaba los días martes.

─¡Por favor! ─ella suplicó, parecía que quería hacer un berrinche─. Es parte de mi trabajo, no puedes negarte por siempre...

─Voy a negarme hasta que te rindas ─Changbin dijo sin más.

Estaba dispuesto a ir hacia el baño porque de allí nadie podrá sacarlo, mucho menos para obligarlo a hacer unos estúpidos ejercicios de relajación, pero entonces, la enfermera corrió lo que quedaba de distancia entre ella y Changbin y no dudó en saltar sobre él para atraparlo.

Ambos cuerpos cayeron al suelo con un ruido seco, se escuchó bastante feo, pero a juzgar por sus miradas desafiantes, ninguno sería capaz de admitir que le había dolido el golpe.

─¡Estás loca! ─exclamó.

─¡¿Yo soy la loca ahora?! ─respondió con el mismo tono de voz, abriendo los ojos muy grandes─. ¡Tú eres el que hace todo este escándalo, los ejercicios no duran más de veinte minutos!

Changbin suspiró, sin quitar el ceño fruncido y los deseos que tenía de gritar más fuerte.

─¡Ya te dije que estoy bien!

─¡Hay palabras que ni siquiera puedes pronunciar, por supuesto que no lo estás!

─¿Qué hablas? ¡Soy fantástico con las palabras!

─Ah, ¿sí? ─la enfermera reprimió una sonrisa burlona que no tardó mucho en hacer la mínima presencia; la comisura de sus labios se elevó un poco y Changbin supo entonces que estaba más que perdido─. Entonces di: paralelepípedo.

Changbin abrió la boca, sin poder creer lo que se le había ocurrido a la demente de su enfermera.

─¿Por qué tendría que hacerlo?

─¡Vamos! ─ella lo ánimo con falsa alegría─. Estás muy bien, ¿no?

Gruñó por lo bajo, pero no se iba a dejar pisotear. Changbin podía estar en la mierda y aun así seguiría ganando. Los tiempos de tristeza y melancolía ya habían desaparecido casi por completo, siendo reemplazado por su antigua personalidad y un carácter intocable.

E insoportable en algunas ocasiones, sin embargo, no pensaba admitir en voz alta que podía ser un paciente horrible y por lo mismo colmaba la paciencia de Yoo Jimin.

─Bien, lo que tú digas ─su voz desafiante hizo presencia─. Parale... Parelepi... Paralelepipi... ¿do?

Yoo Jimin gritó, su voz es algo aguda y se notó de inmediato que tenía unos pulmones sanos, así que Changbin tuvo que tapar sus oídos para que el grito no le acabara reventando los tímpanos.

Había perdido la cabeza por completo.

─¿Qué demonios te sucede? ─interrogó cuando el ruido desapareció y solo quedaron los ojos negros viéndolo con atención─. ¿Y cómo mierda hiciste para que te aceptaran en la facultad de medicina así? Tienes más potencial de paciente que de profesional...

─¿No dijiste que te encuentras bien, Seo Changbin? ─otra pregunta llegó, esta vez con tono socarrón que lo estaba sacando de sus cabales.

─¡Y lo estoy!

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