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Los trajes formales nunca fueron lo suyo. Son incómodos, siente que se ahoga y no puede moverse como desea. Realmente los odia y espera no tener que usar uno nunca más en su vida.

Sin embargo, si existe algo que en ese instante superaba la incomidad del traje negro, en definitiva sería la inquietud y el pánico que le provocaba encontrarse en una situación en la que nunca esperó estar. Sus piernas temblaban, sus manos comenzaban a sudar, y si no fuese porque Hyunjin se encontraba a su lado, probablemente se habría desmayado de los nervios.

─Todo estará bien... ─él murmuró cerca de su cuello y Jeongin sintió las miradas sobre él.

─¿Me lo dices a mí o tú te estás intentando convencer?

Y a diferencia de la reacción que creyó que iba a tener, Hyunjin rió y se alejó de su cuello. Había notado el cambio en el cuerpo de Jeongin, lo último que deseaba era causar más incomodidad de la que ya tenía.

─En realidad sí saldrá bien, no hay manera de que no sea así.

Jeongin dudó de ello, pero no dijo palabra alguna. No sabía qué es lo que estaba tramando Hyunjin, así que tampoco podría dar una opinión, y además, en ese instante se encontraba más preocupado por las miradas curiosas e intensas que lo hacían moverse de un lado a otro para evitarlas. E igualmente, nada de eso funcionó.

Y comprende la curiosidad en esas personas vestidas con trajes caros y joyas muy brillantes, nunca en sus vidas habían visto a Yang Jeongin, y por otro lado, Jeongin nunca había puesto un pie en esa empresa del demonio, así que no era ningún secreto que llamaría la atención en cuanto llegase. Especialmente si su mano temblorosa y sudada se encontraba aferrada a la de Hwang Hyunjin como si la vida se le fuera en ello.

─¿Una cena? ─preguntó en un susurro.

Hyunjin lo había guiado por pasillos largos y ascensores silenciosos, hasta llegar a un gran salón con una mesa larga y engalanada.

─Más bien, es una reunión hipócrita y diseñada para debatir cuál de todos tiene más ─le respondió con tanta simpleza que hubiese reído por sus palabras, sin embargo, más de uno los miró nuevamente.

Y tuvo toda la razón.

A lo largo de la cena, luego de que la familia Hwang hiciera presencia y provocara un temblor mucho peor del que ya tenía, el principal tema de conversación fue dinero, hectáreas recién compradas, autos de último modelo, negocios y mil cosas que prefirió ignorar. Porque no solo le molesta, sino que también, le angustia que esas personas no se den cuenta que en sus manos tiene muchísimas familias, trabajadores que dependen de ellos, niños, mascotas, rentas... Y ninguno es capaz de verlo, solo les importa lo que traen puesto y lo que pueden ganar si son lo suficientemente astutos.

La cena acabó con felicitaciones hacia Hyunjin y su padre que no entendió en lo absoluto, y que al parecer, ninguno de los participantes de la familia hizo. Excepto por Hyunjin, él agradeció y prometió verlos nuevamente.

─¿Cómo estás, Jeongin? ─preguntó, mientras subía las mangas de su camisa y se acercaba al mesón donde coleccionaba diferentes tipos de licores.

Jeongin alternó su mirada entre el hombre frente a él y Hyunjin, sin saber qué responder exactamente.

─Yo...

─Papá, por favor, solo deja los modales ─Hyunjin se apresuró a decir, frenando las palabras de su novio y sorprendiendo a su padre.

─¿Acaso no puedo preguntar?

─No cuando no te interesa en lo absoluto ─gruñó.

El hombre suspiró y asintió con una mueca en el rostro. Primero acabó de servirse un trago y Hyunjin estuvo muy de acuerdo en ello. Lo iba a necesitar más que nadie.

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