Capítulo 4

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ANTON

La nueva niñera había llegado. Era una joven de unos veinte y pocos años, con cabello rojizo y unos ojos azules oscuros que destacaban. Su figura, aunque quizás no tan esbelta, estaba disimulada por la ropa que llevaba. Cuando regresó con el jugo energizante que le había pedido, noté que era de sabor fresa.

— ¿Por qué lo hiciste de fresa?
— pregunté, sorprendido por su elección.

Rachel: — Em, no sé. Pensé que le gustaría, además, usted no me pidió un sabor en específico

— Pues, no quiero este. Tráeme uno de naranja — dije, desafiante, queriendo ver si seguía mis órdenes sin protestar.

Rachel: — Pe…

Sin terminar su frase, la miré fijamente, haciendo que obedeciera sin más palabras.

— Lo quiero para ahora, recuerda
— aclaré, satisfecho de su sumisión, aunque en realidad solo estaba tratando de molestarla.

20:26 p.m.

La noche cayó, y yo continué trabajando en mi habitación, respondiendo correos y preparando artículos para las próximas revistas. Finalmente, cuando Julia me informó que la cena estaba lista, decidí cenar en mi habitación.

Rachel: — Hola. Buenas noches, señor

No devolví el saludo, no era mi costumbre, y no me preocupaba la impresión que pudiera causar.

Julia: — ¿Y siempre te has dedicado a esto? — preguntó Julia, tratando de romper el incómodo silencio.

Rachel: — No. Antes cuidé a tres perritos. Parece que el trabajo se basa en lo mismo, pero cuidar a un bebé es más complicado

Julia: — ¿Y a dónde vivías antes?

Rachel: — En el centro

Julia: — ¡Oh! Cerca de la empresa del señor Harris

Rachel: — Sí, está cerca — respondió Rachel mientras jugueteaba con su comida

Cuando terminé de cenar, me levanté abruptamente y salí de la sala, sin prestarle atención a las conversaciones triviales.

Julia: — Buenas noches, señor

Rachel: — Buenas noches, señor Harris, si quiere ver a la niña pue…

— No — interrumpí antes de que pudiera continuar, y subí las escaleras. No tenía intención de ver a la niña, ya que me recordaba a la mujer que la había abandonado, lo cual no me agradaba en absoluto.

RACHEL

— ¿He dicho algo malo? — preguntó Rachel, claramente preocupada por mi reacción anterior.

Julia: — El señor es así con la niña. Todavía no la acepta por su madre

Rachel: — ¿Qué pasó con ella?

Julia: — Los abandonó cuando la niña nació, y a él eso no le gustó. No es solo que la que era su novia se escapara, sino el hecho de tener a la niña y tener que hacerse cargo él mismo

Rachel: — Qué trágico

Julia: — Sí. La vida es trágica. Bueno, me iré a dormir. ¿Ya te acomodaste en tu habitación?

— Sí, y la niña también

Julia: — Ojalá te deje dormir. Desde que llegó, por las noches no para de llorar, aunque eso es típico de los bebés

Subí a mi habitación, que estaba en el primer piso. Había dos casas en esta propiedad, y cada una tenía tres habitaciones en el primer piso. La mía estaba justo enfrente de las escaleras, mientras que la del señor Harris estaba al final del pasillo, separadas por una tercera habitación en medio.

Señor Harris, Usted Es Mi ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora