RACHEL
Lunes, 6:00 a.m.
Era un lunes, y el deber llamaba: la jornada laboral aguardaba. Anton y yo ya habíamos salido de la ducha; él apenas comenzaba a ponerse la ropa mientras que yo ya estaba lista y esperándolo para ir a desayunar.
— Voy a ver qué preparo para el desayuno
Anton: — Vale
Dejé la habitación y me encaminé hacia la cocina, pero me detuve en seco al escuchar la voz de Lucía. Su conversación resonaba desde la sala, como si estuviera hablando con alguien.
Lucía: — Ya te lo he dicho… Sí, puedo quedarme aquí unos días más mientras consigues esa casa. Haré lo que haga falta… Te amo
Era evidente que estaba hablando por teléfono, ya que nadie le respondía mientras hablaba, algo que yo sabía por la falta de pausas para escuchar una respuesta.
De repente, oí sus pasos acercándose, así que decidí actuar con rapidez. Corrí hacia las escaleras y simulé estar bajando, como si hubiera estado en ese trayecto todo el tiempo, evitando así que notara que había escuchado su conversación, cuyo contenido era un misterio, pues desconocía con quién hablaba.
Lucía: — ¡Oh! Buenos días — saludó con una sonrisa forzada en sus labios.
Desde que ella y su hija vinieron a vivir temporalmente en la casa, noté un cambio en Lucía, como si escondiera algo tras su mirada. A menudo daba la sensación de ocultar algo, algo que prefería mantener en secreto.
Además, desde el principio percibí cierta antipatía mutua, quizás porque a mis ojos parecía bastante arrogante.
Y otra cosa que no pude evitar notar era que cada vez que ella y Anton cruzaban miradas, independientemente de la razón, Lucía actuaba de manera coqueta, tratando de captar su atención, y eso, no nos vamos a engañar, me causaba un poco de celos.— Buenos días — respondí, imitando su gesto.
Lucía: — El amanecer es realmente hermoso. Siempre me gusta salir a tomar aire fresco — comentó, aunque estaba claro que estaba mintiendo, ya que la había visto dentro de la sala hablando por teléfono hace un momento.
— Sí, es cierto
Me encaminé hacia la cocina, mientras ella se dirigía a su habitación que estaba en la planta baja.
Lucía: — Que tengas un buen día…
La conversación que había escuchado antes me había dejado intrigada, ya que tenía la sensación de que cuando Lucía dijo: “Sí, puedo quedarme aquí unos días más mientras consigues esa casa. Haré lo que haga falta…” se refería a quedarse en nuestra casa por algún motivo. Pero ¿qué sería? ¿Por qué quería quedarse más tiempo con nosotros?
¿Y con quién estaba hablando?
¿Había dicho “te amo” a su esposo en la llamada? ¿No se suponía que estaban en proceso de divorcio?
Cada detalle parecía encajar de manera extraña, como piezas de un rompecabezas oculto que yo estaba decidida a resolverlo.17:40 p.m.
Me encontraba en el trabajo y, aprovechando que la tienda estaba a punto de cerrar y no había nadie, decidí llamar al amigo detective de Brandon. Él podría ayudarme a entender mejor a Lucía y su razón para quedarse en nuestra casa en lugar de un hotel.
Jason: — ¿Hola?
— Hola, soy Rachel, la esposa de Anton
Jason: — ¡Ah! Hola señora Harris.
¿En qué puedo ayudarla?— ¿Tiene un momento para ayudarme o está ocupado?
Jason: — En este momento puedo. Dígame, ¿cómo puedo asistirla?
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Señor Harris, Usted Es Mi Obsesión
RomanceAnton Harris, dueño de una editorial, se enfrenta a un giro importante en su vida con una sorpresa inesperada. Para lidiar con la situación, contrata a Rachel Hill como niñera. A pesar de su historial con otras mujeres, Anton encuentra en Rachel a a...