ANTON
Ya no soportaba más. Rachel me había dicho algo que rompió la barrera de miedo que tenía.
Tomé muchísimo aire y no dudé un segundo más en decirle lo mismo que me había dicho hace segundos.— Rachel, espera — dije, me acerqué al marco de la puerta, y ella no me miró, se dio la vuelta y pretendió seguir el pasillo hasta alcanzar las escaleras.
— ¡Joder! Yo también siento lo mismo
— dije con un tremendo nudo en la garganta. Jamás había dicho eso ni algo parecido, por lo que me sentía muy nervioso. En consecuencia, ella se detuvo en seco, pero aun de espaldas.
— Te amo, lo admito — mencioné y ella seguía sin mirarme.
— Lo siento, no puedo controlarloMiré al suelo, y ella no se volteaba, por lo que pensé que tal vez lo que me había dicho antes, que sentía lo mismo por mí, solo lo había dicho por decirlo y no porque fuese verdad. Así que, salí por completo de su habitación para dirigirme a la mía.
Rachel: — Espere — dijo, y por fin me miró. Se acercó dando pasos cortos hacia mí, y yo no apartaba mis ojos de los suyos, los cuales eran una maravilla con el brillo que tenían.
Cuando llegó se quedó frente a mí, sin bajar su mirada. Subió su mano a mi pecho, lo miró y luego subió otra vez sus ojos.— Te amo — volví a decir al ver que ella parecía pensar en que lo que le dije no era realidad, y lo que hizo después fue poner su mano en mi nuca y obligarme a inclinarme. Se quedó a centímetros de mi rostro, me miró a los ojos, y le di un beso. Un beso que, después de lo que nos habíamos dicho, era único.
Rachel: — Te amo — dijo cuando se apartó para tomar aire. Sentía su aliento en mis labios, por lo que la tomé en mis brazos y la subí. Ella se aferró a mi cadera con sus piernas y volvió a besarme. Unos minutos después, la miré a los ojos, ella también lo hizo y sonrió.
— Lo siento por lo de antes
Rachel: — No pasa nada, entiendo que la tensión de guardar lo que sentíamos por el otro nos sobrepasara — dijo, le volví a dar otro beso, y después miré su cuerpo, el que por estar discutiendo no lo había visto bien.
— Estás hermosa — mencioné, y ella volvió a sonreír.
Llevaba un mono, creo que era eso, de color rojo intenso que le quedaba bastante bien. Reiteró a besarme, y no dudé en regresar a su habitación. Ella alcanzó a empujar la puerta para cerrarla y la acosté sobre la cama, yo encima de ella. A continuación, la seguí besando porque era lo único que quería hacerle. Demostrarle lo que me había aguantado todo ese tiempo sin poder sentirla era lo que más había deseado, y en esa noche se dio nuevamente. Pero algo cambió, ahora dejó de ser un encuentro de dos desconocidos que se buscaban solo para follar y pasó a ser diferente. Se sentía de otra manera, y ella se dejaba llevar de una manera que nunca lo había hecho, hasta me decía palabras que antes no se atrevía a decirme, como por ejemplo un te amo.6:22 am.
La noche de ayer parecía que no había acabado. Los dos con lo que nos dijimos fue suficiente para crear más confianza, dejarnos llevar con más libertad, y en mi caso, poder decirle todo lo que quería desde que supe que estaba enamorado de ella.
Rachel estaba acostada encima de mí mientras me daba besos con una sonrisa en su rostro. Era otro amanecer, muy diferente a todos los anteriores, pues todo, absolutamente todo, había cambiado.
Hace poco supe que mis padres estaban vivos y que podía conocerlos en persona. Luego, le confesé por primera vez a una mujer lo que sentía por ella.
Finalmente, pero no menos importante, dentro de poco mi hija iba a cumplir siete meses. Había crecido muy rápido, y me sentía afortunado por saber que hice lo correcto al quedarme con ella, porque la sensación de ser padre, de vivir momentos únicos con ella, de aprender muchas cosas y de verla crecer, me habían convertido en un hombre diferente, uno más humano.
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Señor Harris, Usted Es Mi Obsesión
RomanceAnton Harris, dueño de una editorial, se enfrenta a un giro importante en su vida con una sorpresa inesperada. Para lidiar con la situación, contrata a Rachel Hill como niñera. A pesar de su historial con otras mujeres, Anton encuentra en Rachel a a...