Capítulo extra 8

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ANTON

Sábado.

19:00 pm.

Tal y como Rachel nos había sugerido, decidimos asistir a la feria como una actividad familiar. Nuestra aventura comenzó con entusiasmo, con mi esposa, nuestra hija y yo dispuestos a disfrutar de la diversión que nos esperaba. Sin embargo, dejamos a Max en casa, ya que sabíamos que el bullicio y la aglomeración de personas podrían ser demasiado abrumadores para él.

A medida que explorábamos los diferentes puestos y atracciones, no pude evitar notar que tanto mi esposa como mi hija parecían raras. Mi hija, en particular, porque parecía tener angustia: su rostro reflejaba una mezcla de temor, ansiedad y tristeza, una imagen totalmente desconocida en comparación con nuestras visitas anteriores a la feria.

En consecuencia, el misterio detrás de su comportamiento me causaba intriga. ¿Qué podría estar causando esta aparente inquietud en mi hija?
¿Y por qué mi esposa también parecía estar afectada?
A pesar de las incógnitas, continuamos explorando los diversos puestos y atracciones.

— ¿Y si te subes en esa máquina de allá? — pregunté para sacar conversación y quitar esa tensión que parecía haber entre todos.

Rachel (hija): — ¡Sí! Pero papá, ¿te subirás conmigo?

Rachel: — ¡No! ¡Ni locos! Eso está muy alto

— No tanto

Rachel: — Claro que sí, ¡ni se les ocurra subirse! Es más, la plataforma se mueve y parece inestable

Rachel (hija): — Está bien sujeta, no se caerá

Rachel: — Quién sabe, tal vez sí

Rachel (hija): — ¡Ay! Yo me quería subir

— No, ya escuchaste a doña miedo a las alturas. No te subas

Rachel: — ¡Oye! Yo no tengo miedo a las alturas

— Ja, ja. Claro que sí

Rachel (hija): — Papá me contó que un día, cuando vinieron a la feria y se subieron a la noria, tú te morías de miedo

— Y parecía una estrella de mar pegada a las paredes de la cabina

Rachel: — Sigan burlándose… Pero algunos dormirán afuera y ninguno de ellos será Max

— Ja, ja

Rachel (hija): — Yo no, papá tal vez

Rachel: — Cariño, ¿no es él?

Rachel (hija): — ¿Eh? ¡Ah sí!

— ¿Es quién? — pregunté y vi que mi hija se puso nerviosa. Asimismo, miré hacia delante y vi que Dany se estaba acercando a nosotros.

Dany: — Hola

Rachel: — Hola, Dany, ¿cómo estás?

Dany: — Bien, ¿y usted?

Rachel: — Bien, también

Dany: — Hola, señor Harris, ¿qué tal?

— Todo bien

Rachel (hija): — Hola Dany

Dany: — Hola — dijo y le sonrió.
Entonces, Rachel me agarró de la mano.

Rachel: — Nosotros iremos a andar por ahí. Ustedes vayan a divertirse.
Nos vemos aquí mismo a las nueve

Dany: — Vale

Rachel: — Vamos amor, te quiero enseñar algo — dijo y me jaló del brazo.
Nos alejamos de los chicos y fuimos a sentarnos en unos bancos que estaban apartados de donde estaba montada la feria.

Señor Harris, Usted Es Mi ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora