Capítulo 10

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Jueves.

ANTON

Tal como se había planeado, llevaron a la niña a un centro de menores hace dos semanas, pero las tensiones en la casa aún no se habían calmado. Según lo que sabía, la niña aún no había sido adoptada y estaba siendo bien cuidada por los responsables del centro.

Brandon irrumpió en mi oficina, casi derribando la puerta, y levanté la mirada para encontrarme con sus ojos.

— ¡Ah! ¿Ya te has enterado?

Brandon: — ¿No pensabas decírmelo? ¿Cómo pudiste ser tan cabrón, ¡eh!?

— Entiende que no podía tenerla

Brandon: — ¿Y por eso la das en adopción, como si fuera un perro?

— Si vas a seguir gritando, mejor vete de mi oficina

Brandon: — Eres un idiota — dijo, y comenzó a llorar, algo que me pareció extraño, ya que nunca lo había visto llorar.
— Y sabes qué, podrías habérmela dejado a mí para que la cuidara.
Pensaba que eras diferente y que habías cambiado, pero tu ego siempre ha estado por encima de tus prioridades
— mencionó antes de salir de la oficina y cerrar la puerta de golpe.

Un mes después

RACHEL

18:55 pm.

Aunque la pequeña ya no estaba, seguía trabajando en la casa debido a que tuve que sustituir a Julia, quien se operó de una hernia.
Desde que la niña desapareció, mi vida se volvió sombría. Había olvidado el sentido de vivir y la casa se sentía vacía y sin color porque su sola presencia daba vida a este lugar.

19:10 pm.

El señor Harris ya había vuelto del trabajo.
Por cierto, desde el día en que supe lo que haría con la niña no le volví a ver de la misma manera.
Él, para mí, a partir de ese momento, solo fue un monstruo sin sentimientos, más de lo que ya era.

Anton: — ¿Has preparado la cena?
— preguntó mientras se acercaba a la cocina donde yo estaba.

— Sírvase usted — dije sin mirarlo, continuando lavando los platos.

Anton: — ¿Qué dijiste?

— Exactamente lo que escuchó

Anton: — ¡Ah! ¿Quieres que te despida?

Finalmente, me di la vuelta y lo miré a los ojos, plantándome frente a él. Desde la última vez que lo enfrenté, había perdido el miedo, y lo hice de nuevo.

— Pues sí. Yo ya no tengo nada que hacer aquí sirviéndole a un monstruo con carencia de sentimientos como lo es usted. ¿Y sabe qué? Me da igual que ponga cualquier cosa en mi currículum. Arruínelo si quiere porque no me importa. Además, permítame decirle que es un imbécil y un egoísta

Anton: — ¿Terminaste? — preguntó y apretó su mandíbula.

— ¡Uf! Todavía tengo muchas cosas que decirle, pero no voy a perder el tiempo con un necio — añadí mientras pasaba junto a él sin apartar la mirada y subía las escaleras hasta mi habitación.

Era evidente que mi forma de hablar no había sido la adecuada, pero sinceramente, me daba igual si me despedía o no.
Ya me valía mierda lo que hiciese.

ANTON

La niñera se había atrevido a gritarme y decirme cosas que nunca creí que diría. Se había enfrentado a mí, mostrando su lado más agresivo, y de alguna manera eso me gustó.
Aunque las chicas así, con actitud, solían llamar mi atención, sabía que este no era el momento adecuado para pensar en esas cosas.

Señor Harris, Usted Es Mi ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora