Capítulo 38

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RACHEL

Temí lo peor cuando escuché un grito del señor Harris, pero no lo vi, ya que estaba en el comedor mientras ellos se encontraban en la sala. A pesar de eso, podía imaginar que él estaba furioso.
Su temperamento era así, y Julia tenía razón al deducir que si le comunicaba la verdad a su hijo, él reaccionaría de esa manera.

Más tarde, habían pasado alrededor de tres horas desde que Julia le dijo que era su madre, y mientras yo me quedé en el patio de la casa con la pequeña, finalmente vi al señor Harris cuando se precipitó hacia la puerta principal. Además, noté que caminaba en lugar de usar el automóvil.
No supe más de él hasta que cayó la noche, casi madrugada.

00:24 am.

Estaba durmiendo y soñando algo que no recuerdo cuando alguien me despertó tocando mi brazo. Era el señor Harris.

- ¿Qué hace aquí?

Anton: - Ven

- ¿Para qué? - pregunté, y él se inclinó. Me besó, y entendí lo que estaba buscando.
No era la primera vez que venía a buscarme en plena madrugada.

- Señor, está borracho

Anton: - No importa - dijo y se subió a mi cama.

- Señor, aquí no. Está la pequeña durmiendo. Además, está borracho y...

Anton: - Te necesito - dijo, y me sorprendió.

Sabía lo que había ocurrido por la mañana y era consciente de que él se sentía mal, así que quise darle lo que me pedía.
Él me besó, pero no fue como siempre.
Esta vez su beso fue con amor, lleno de sentimiento.
Igualmente, yo le regresé todo lo que me hacía sentir.
Deseaba hacer que se sintiera mejor y quizás lo logré, porque antes percibí como si no se dejaba llevar, como siempre lo hacía, pero con los minutos que corrían sentí su cuerpo más relajado.
Olvidándose de todo y siendo el Anton de siempre, pero en esa noche no lo hicimos así de agitado, tuvimos que ser silenciosos, puesto que la pequeña dormía en la misma habitación y no queríamos despertarla.
Además, a él lo sentía lleno de muchas emociones y por eso quería hacer el amor, no solo sexo, para demostrar apoyo. Tuvimos una noche llena de besos y abrazos, íntima y llena de pasión espiritual.

10:46 am.

Nos despertamos tarde.
Abrí los ojos y vi al señor Harris despierto, mirando el techo.
Me acerqué a él y lo besé. Puse mi cabeza en su pecho y lo acaricié.

- ¿Cómo estás? - pregunté, y él tardó en responder.

Anton: - No lo sé

- ¿Julia te lo dijo?

Anton: - ¿Cómo lo sabes? - preguntó, y ahí supe que había metido la pata.

- Solo lo preguntaba

Anton: - ¿Acaso tú también lo sabías?

- Bueno, ella me dijo algo una vez, pero no es que no quisiera decírtelo. Ella tenía miedo de cómo reaccionarías

Anton: - ¿Así que tú lo sabías? ¿No se te ocurrió decírmelo?

- No era yo quien tenía que decirlo

Anton: - ¡Joder! ¡Pero me lo hubieras dicho! - gritó, y me asusté.

- Lo siento mucho, pero si Julia no se atrevió a decirlo, fue porque creía que reaccionarías como lo estás haciendo ahora

Anton: - ¿Y qué estoy haciendo?

- ¡Gritar! Las cosas no se hablan así

Anton: - ¡Pff! Sabes, pensé que eras diferente. Confíe en ti y me terminaste defraudando. ¡Me mentiste!

- Anton, por favor, no grites. Despertarás a la pequeña

Anton: - Lo que importa ahora es lo que sucede. ¡Tú y todos en los que creí me mintieron, como siempre!

Volvió a gritar, y hasta vi una vena en su cuello mostrando que realmente estaba enfadado.
La pequeña se despertó y comenzó a llorar.

- ¡Anton, basta! - grité, y él me miró con furia.
Me levanté de la cama e intenté calmar a la pequeña.
- Entiende de una vez por todas que Julia hizo lo correcto, aunque no hayas querido admitirlo y me importa una mierda si crees que lo hizo mal, pero lo que está claro es que hizo lo que pudo y lo que tenía a su alcance

Anton: - ¡No! Pudo haber hecho algo mejor y no lo hizo.
Se escondió y no dio la cara

- ¡Anton, maldita sea! - grité y él me volvió a mirar, pero esta vez se relajó e hizo algo que nunca imaginé presenciar.

Empezó a llorar, deslizándose por la pared hasta quedar sentado en el suelo. Me acerqué a él, aún con la pequeña en mis brazos, la que por suerte ya había dejado de llorar, pero ahora tenía que consolar a su padre.

- Anton, no llores

Anton: - Todo es una mierda. Mi vida también, y yo soy peor

- No, no lo eres - dije, y las lágrimas no dejaban de correr por su rostro. Verlo así me destrozaba.

Anton: - Soy un asco - dijo, mirando hacia un lado, pero no a mí.

- No digas eso. Tú eres un buen hombre - mencioné, y él bufó mientras negaba con la cabeza.

Anton: - Nunca lo he sido. Ni conmigo mismo ni contigo. Siempre te estuve echando mierda cuando no lo merecías

- Eso no importa ahora

Anton: - Sí que importa - dijo, mirando al suelo.

- No, no importa, ¿sabes por qué? Porque eso ya es el pasado, y ahora lo que importa es lo que tienes. Tienes una familia y tienes una hija de la que te hiciste cargo desde que nació, así que eso ya dice mucho del hombre que eres. No cualquiera se hubiera atrevido a cuidar a un bebé y ahora sigue haciéndolo
- expliqué. Mientras lo decía, se limpió las lágrimas de sus mejillas y aun así no se atrevía a mirarme.

Anton: - Pero eso no lo he hecho yo. Lo hiciste tú porque yo fui un completo cobarde. Tuve miedo de ser un buen padre porque sabía que no lo sería y mírame, ni siquiera puedo estar con mi hija tanto tiempo

- Aun así, eso se puede arreglar. Y cuando te has encargado de ella ha salido bien. No trates de hacer todo perfecto. Las cosas salen mal y bien, nadie es perfecto, y no tienes que ser un padre perfecto para que tu hija te quiera porque te prometo que lo hace. Aunque tú no lo sepas ver, valora el esfuerzo que haces

Cuando lo dije, finalmente me miró a los ojos y luego a la pequeña, quien hizo un gesto como si quisiera acercarse a él. Le entregué a la niña para que la cargara, y ella puso sus pequeños dedos sobre la barbilla de Anton, sonrió y él no pudo evitar devolverle el gesto. Luego, me miró y se quedó así por unos instantes.

Anton: - No te lo había dicho antes, pero gracias por todo lo que has hecho por la niña y por mí también - dijo, y yo sonreí con gratitud.

- Es un placer para mí - dije, y él continuó mirándome.
- Prométeme algo

Anton: - ¿El qué?

- Que hablarás con Julia - respondí, y volvió a mirar a la pequeña.

Anton: - No estoy preparado aún

- Pero, ¿lo prometes?

Anton: - Lo intentaré

- Hazlo. Los dos lo necesitáis, y esta charla es necesaria

Anton: - Está bien - dijo y le di un beso en la mejilla.
- Gracias por conmigo siempre

- Aquí estaré cuando me necesites

Señor Harris, Usted Es Mi ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora