Capítulo extra 4

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ANTON

Domingo, 15:06 pm.

En una tarde soleada, mi hija, mi esposa, Max y yo nos encontrábamos en el patio trasero, tumbados cómodamente sobre una manta extendida sobre el césped, mientras compartíamos un momento en familia con el único propósito de disfrutar de la compañía mutua.

Rachel (hija): — Max, ¿ya tomaste la siesta?

— Ven, aquí muchacho, tú también eres parte de la familia — dije y el perro se puso al lado de mi hija, a quien le tenía un enorme cariño. Desde que lo adoptamos hace cinco años era así.

En ese momento, me sentía pleno.
Algo dentro de mí me decía que todo eso que quería conseguir, lo había conseguido; el formar una familia que permaneciera unida y que fuera feliz, el tener un hogar y estar bien económicamente para poder mantenerlos…
En definitiva, estaba agradecido con la vida por haberme dado tanto que no creía posible tener.

Rachel: — ¿Qué les parece si pedimos pizza?

Rachel (hija): — ¡Sí, porfa!

Rachel: — Amor, ¿tú qué opinas?

— Sí, lo que quieran — respondí y mi teléfono empezó a sonar.
— Pidan ustedes la pizza, contestaré a quién me llama

Rachel: — Está bien

Me alejé de ellas y contesté la llamada.

— ¿Hola?

Lucía: — Hola, ¿hablo con Anton?
— preguntó y esa voz me pareció conocida.

— ¿Quién es?

Lucía: — ¡Ay! Cariño, ¡qué alegría!
— exclamó y Rachel se acercó a mí.

Rachel: — Amor, ¿de qué quieres la pizza?

— Elige tú — respondí y volví a la llamada.

Lucía: — ¿Sigues ahí?

— ¿Por qué me llamas?

Lucía: — Porque quería saber de ti, el mes pasado te estuve llamando y no me contestaste

— ¿Así que tú eras la de las malditas llamadas recurrentes?

Lucía: — Tenía que saber de ti y de nuestra hija — dijo y me alejé de Rachel y de mi hija para que no me escucharan hablar.

— ¿Qué demonios quieres, eh?

Lucía: — Quiero ver a mi hija y a ti

— Ja, ja. ¿Y por qué, eh? ¿Después de tantos años vuelves y reclamas verle?

Lucía: — Yo soy su madre y tengo derecho de saber de ella

— Me da igual

Lucía: — Anton, te pido por favor que me dejes verla. Quiero retomar el tiempo perdido. Cuando ella cumplió cinco años me dejaste verla

— No, yo no te dejé verla. Tú te colaste en mi casa y no te pude sacar hasta que empecé a llamar a la policía y tú te fuiste

Lucía: — Es lo mismo. Yo la vi y me dejaste. Así que, déjame verla otra vez

— ¡He dicho que no y punto!

Lucía: — Mis abogados no estarán de acuerdo contigo.
Si quieres el viernes hablamos tú y yo en algún sitio y ellos te explicarán que yo, siendo su madre, puedo verla

— ¿Por qué metes a tus abogados aquí? ¿A caso me quieres joder la vida?
Tú dejaste tirada a mi Rachel y yo me quedé con ella, así que no tienes derecho a verla

Señor Harris, Usted Es Mi ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora