Capítulo 11

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RACHEL

Martes.

Después de desayunar con la niña, salí a pasear con ella por un parque cercano. Me sentía feliz estando cerca de ella y podría decir que ella también disfrutaba de mi compañía.

Ya había pasado una semana desde que el señor y yo tuvimos nuestra primera conversación, y desde entonces me pareció como si ya fuéramos confidentes debido a su nueva actitud hacia mí. Tal vez era mi imaginación jugándome una pasada, pero juraría que él me veía diferente ahora que sabíamos que ambos éramos adoptados, como si al compartir esa experiencia, comprendiéramos mejor lo que habíamos pasado.

Al caer el mediodía, la niña y yo regresamos a casa. El señor se había ido de viaje de negocios a Nueva York por dos semanas, por lo que teníamos la casa para nosotras solas, y solo había chicas: la niña, Julia y yo.

Entramos en casa, y fui directamente a la habitación de Julia para ver cómo estaba.

— Hola, la pequeña y yo queríamos visitarte

Entré al cuarto, y ella sonrió. Aún se estaba recuperando de la operación y descansaba en la cama porque se había tomado unos días libres.

Julia: — Me alegra que ella esté aquí. Me lo dijo Brandon, pero aún no lo creo del todo

— Todos estamos contentos. ¿Verdad, pequeña? — pregunté, tocando su nariz con la punta de mi dedo índice mientras jugaba con ella.
— ¿Cómo te sientes?

Julia: — Mejor que ayer. Todavía no puedo moverme mucho, pero estoy mejorando. Por cierto, ya que estás aquí, ¿puedes pasarme las pastillas que están en el cajón de ese mueble?

— Claro. Ten a la niña

Le entregué a la niña en sus brazos, y mientras ella la entretenía, busqué las pastillas en el cajón. Cuando abrí el cajón, vi muchas cajas blancas de pastillas y, al sacar la que necesitaba, encontré algo que me dejó sorprendida:

era una fotografía en la que había una mujer que juraría que era Julia de joven, junto a un señor que se parecía totalmente a Anton. 
Los dos sonreían a la cámara y Julia lo estaba abrazando por atrás. 

Julia: — ¿Las encontraste?

— Sí, aquí tienes las pastillas — respondí distraída, sin quitar la vista de la fotografía.
— Toma las pastillas

Julia: — Gracias

En ese momento, no sabía qué hacer. Recordé que Anton era adoptado y que el hombre en la foto se parecía mucho a él, pero pensé que era solo una coincidencia.
Justo en ese momento, sonó el timbre de la casa.

— Iré a ver quién es — mencioné, saliendo de la habitación con muchas dudas debido a la foto.

— Hola, ¿qué se le ofrece? — pregunté a una señora de cabello blanco que parecía tener cincuenta y tantos años.

Cloe: — Hola, ¿tú eres Rachel, verdad?

— Sí... ¿Cómo sabe mi nombre?
— pregunté inquieta, y ella sonrió.

Cloe: — Julia me ha hablado mucho de ti

— ¿La conoces?

Señor Harris, Usted Es Mi ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora