Capítulo 33

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ANTON

Sábado.

En esa madrugada me colé en la habitación de Rachel con la intención de follar, pero ella se negó porque la pequeña estaba dormida casi cerca de la cama, en su cuna, por lo que fuimos a la mía y cogimos.
Entonces, volví a sentir su piel, su aroma, su calor y su pasión desmedida cuando me besaba.

— Me estoy volviendo adicto a tus labios — dije y ella sonrió.

Rachel: — ¿Te gustan mis besos?
— preguntó mirándome a los ojos, mientras la tenía contra la pared y con mis dedos tocaba su intimidad.

— No, aparte de esos labios me gustan los otros también

Al decirlo, ella sonrió nuevamente, pero estaba vez, llena de excitación.

Tomé una de sus piernas con mi brazo y la sostuve.
No quería follarla sobre la cama, deseaba hacer algo nuevo y hacerlo de pie era una buena opción.

4:24 am.

La habitación estaba sumida en la oscuridad, y solo percibía el aliento agitado de Rachel acariciando mi rostro.

Rachel: — Házmelo por atrás — sugirió mientras sus manos acariciaban mi rostro y se acercaba a darme un beso.

Busqué la pared en busca de la estantería que recordaba y guié a Rachel hacia ella.
La incliné y me guié por las curvas de su cuerpo hasta encontrar su trasero.
Sentí que ella se abrió de piernas, dejándome entrar y la tomé por la cintura.
Introduje mi miembro y la escuché gemir.
Continúe metiéndola y cada vez fui más firme.
Con cada segundo que pasaba, Rachel jadeaba.
Apreté su cintura con mis manos y la acerqué más a mí.
La tenía bajo mi control y a ella le gustaba cuando era así.
Eso lo sabía por su forma de gemir.

Rachel: — ¡Anton! — exclamó juntándolo con un jadeo y eso terminó conmigo, me corrí dentro de ella y al instante la escuché gritar, lo que significaba que también se había corrido. Sin embargo, el encuentro todavía no había acabado. Seguí moviéndome, pero siendo más lento que antes y Rachel me siguió el ritmo. Es más, noté que también movía sus caderas hacia mí. De un momento a otro, fue ella quien se la estaba metiendo sola.

Finalmente, me salí de ella y me quité el preservativo que tenía puesto.

Ella se volvió hacia mí, y nuestros rostros quedaron frente a frente. Nos besamos apasionadamente mientras la topaba contra la pared. En ese instante, no podía explicar por qué lo hacía, por qué la estaba besando, solo sabía que deseaba experimentar sus besos perfectos, llenos de pasión, fuego y ternura.

A pesar de la oscuridad que nos rodeaba, sentía su presencia frente a mí.
De repente, detuve el beso, y aunque nuestros ojos no se encontraban, sabía que ella me miraba fijamente. Podía escuchar su respiración agitada, llena de excitación y de vida.

7:22 am.

Desperté de mi sueño al escuchar el canto de un pájaro. Al abrir los ojos, noté que Rachel estaba a mi lado, profundamente dormida, y en medio de nosotros yacía la pequeña.
Esta situación se debía a que, después de tener sexo la noche anterior, Rachel y yo habíamos regresado a su habitación para asegurarnos de que la pequeña estuviera bien. Como sabíamos que a veces se despertaba por la noche, Rachel había decidido que durmiera con nosotros, y parecía que esa estrategia había tenido éxito.

En ese momento, al observar esta escena que se alejaba mucho de lo que alguna vez imaginé, sentí algo dentro de mí romperse. Era una imagen encantadora y llena de paz que me hacía sentir afortunado, aunque no entendía del todo la razón detrás de ese sentimiento. Entonces, intenté moverme porque mi brazo estaba sobre la cabeza de Rachel, pero ella se movió en su sueño, y no pude moverme sin despertarla. Así que decidí quedarme quieto, no quería perturbar a Rachel ni a la pequeña que dormía plácidamente.

Señor Harris, Usted Es Mi ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora