Capítulo 8

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Viernes.

ANTON

Pasaron unos días desde que el señor Thriston, otro de los escritores, interrumpió con el proyecto de su libro y ahora había surgido otro problema con ello.
El hijo de puta causó problemas con su libro al interrumpir el proyecto en curso. Ahora, un nuevo problema se presentaba. Este individuo decidió cancelar la impresión de su libro cuando ya teníamos todo listo, y aunque intenté persuadirlo para que cambiara de opinión, no lo logré. Parecía que también estaba buscando otra editorial, pero eso no me preocupaba. Sabía que no encontraría una mejor que la nuestra en este país.

Por otro lado, George Livingston, otro de nuestros autores, también comenzó a presentar problemas. Quería hacer correcciones de último minuto en su libro, lo que nos obligó a detener el proceso de producción que habíamos iniciado. Estos detalles me estaban agotando, ya que tenía que estar pendiente de que los libros de estos cuatro escritores salieran perfectos.

23:12 pm.

Esa noche me quedé hasta tarde trabajando en algunos asuntos relacionados con las revistas de la editorial. No obstante, mi tranquilidad se vio interrumpida una vez más por el llanto de la niña. Desde que llegó, no había dejado de llorar, y mi paciencia estaba llegando a su límite.

Me acerqué a la habitación de la niñera, que también servía como cuarto de la pequeña, y expresé mi frustración.

— ¡Maldita sea! ¿Puedes hacer que se calle?

Rachel: — Lo siento, señor. Intenté calmarla, pero…

— ¡Haz lo que sea! ¡Maldita sea! — grité, y eso solo pareció empeorar el llanto de la niña.

Mi cabeza comenzó a latir de dolor, así que regresé a mi habitación. Estaba harto de esta situación constante con la niña. La niñera parecía no estar haciendo un buen trabajo, y ya no podía soportarlo más.

Más tarde, cuando finalmente terminé mi trabajo, intenté dormir, pero el llanto de la niña volvió a interrumpir mi descanso.
Ya podía tenerla conmigo.
Era un gran cargo e interrumpía en mi día a día.

Lunes.

RACHEL

Julia: — ¿Qué te pasa, chica? — preguntó mientras me servía un plato de pasta.

— El señor Harris se enojó conmigo

Julia: — ¿Por qué?

— Porque la pequeña no paró de llorar anoche

Julia: — Pero eso es normal a esta edad. Cuando cumpla seis meses, se calmará

— Lo sé, pero él no lo entiende

Julia: — Es triste. La niña no debería pagar por eso, como si tuviera la culpa
— dijo y miré a la niña para darle de comer una papilla de manzana.

— Es una lástima. Espero que las cosas cambien algún día

Julia: — Ojalá. ¿Cómo te fue con el señor cuando fueron a comprar ropa?

— Ya puedes imaginarte, se aburrió, pero al menos estuvo con su hija. Le pedí que la llevara y lo hizo

Julia: — ¿En serio?

— Sí, te lo aseguro

Julia: — Hubiera sido genial ver esa escena. Al menos es un avance

— Todavía falta mucho. Haré lo que pueda, pero él también debe poner de su parte

21:12 pm.

— ¿Y el señor Harris?

Julia: — Está en su habitación y no bajó a cenar. Tal vez ya haya cenado fuera, pero desde que llegó en la tarde, no ha salido y eso me preocupa

Señor Harris, Usted Es Mi ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora