Capítulo 39

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ANTON

Ya estábamos de vuelta en casa, en Estados Unidos. Hace dos días me había enterado de algo que nunca imaginé.
Se suponía que Julia era mi madre. Eso jamás pensé que sería posible, que conocería en persona a mi verdadera madre. Para mí era extraño, pero confiaba en que era verdad, que ella era realmente quien decía ser. A pesar de eso, no había charlado con Julia todavía porque no sabía cómo afrontar lo que le diría. En cierta parte, me daba un poco de inquietud y de miedo pensar en cómo le vería a partir de ese momento, sabiendo que ella era mi madre y yo su hijo.

15:12 pm.

Bajé a la sala y ahí me encontré con Rachel, quien debo admitir que me había ayudado mucho con respecto a esa noticia tan inesperada. Ella me había mostrado interés y apoyo, cosas que me faltaron desde siempre y lo que ella me daba lo agradecí mucho.
Rachel me entendía y sabía darme lo que me faltaba. Tenía mucha empatía y tenía suerte en tenerla a mi lado porque era una mujer que valía la pena.

Rachel: — Hola

— Hola. ¿Cómo estás?

Rachel: — Bien

— Tengo pensado hablar con Julia, ¿sabes dónde está?

Rachel: — En su habitación

— ¿Y el señor que la acompañaba se quedó también en otra habitación, no es así?

Rachel: — Sí, Julia me pidió que se lo dijera a usted, ya que no quería hablarle

— ¿Y quién es ese hombre? Nunca me habló de él

Rachel: — Es mejor que ella se lo diga

— ¿Por?

Rachel: — Ella se lo explicará mejor

— ¿Es un pariente mío?

Rachel: — Hable con ella y lo sabrá

— ¿Julia en serio es mi madre? Tú sabes la verdad

Rachel: — Ella me ha dicho que sí y los hechos lo confirman. Julia está muy emocionada, no solo porque buscó el momento indicado para decírselo, sino también porque encontró otra pieza del puzzle

— No entiendo — dije y ella sonrió.

Rachel: — Vaya y hable con ella

Así pues, tuve que ir a la habitación de Julia. Toqué a la puerta y tardó en abrirme, y cuando se apareció me miró con nostalgia.

Julia: — Buenas tardes, señor, ¿se le ofrece algo?

— Quería hablar contigo. Lo siento por lo que te dije aquel día, pero espero que entiendas que no tenía más opción que esa. Este tipo de noticias no creo que sea fácil de escuchar para nadie

Julia: — Le entiendo y yo también lo lamento. Tal vez pude haber hecho mejor las cosas y habérselo dicho antes y no esperar hasta hoy

— No te preocupes — dije y ella sonrió.

Julia: — Pase

Me invitó a pasar a su habitación, cogí una silla para sentarme, y ella se sentó sobre el borde de la cama.

Julia: — Soy consciente de que le sorprendió lo que le dije. Yo tampoco pensé en que llegara ese día, pero agradezco porque por fin se dio

— ¿Por qué me diste en adopción?

Julia: — Porque no podía cuidarte. En ese entonces no tenía tantos recursos para hacerlo

— ¿Entonces por qué quisiste tenerme? — pregunté con calma, sin alterarme ni gritar, y ella sonrió mirando al suelo.

Julia: — No es que lo quisiera en ese entonces. Fue una sorpresa. Tu padre y yo teníamos una relación, podría decirse a escondidas

— ¿Soy un bastardo, quieres decir?

Julia: — No, tú fuiste el fruto de un amor. De una familia que aunque no se hubiera formado, tanto tu padre y yo queríamos hacerlo. Cuando naciste, él no lo supo, y surgieron inconvenientes.
Mi madre me corrió de casa, y tuve que buscarme la vida cuando estuve embarazada. Por suerte, mi buena amiga Cloe me ayudó con ello, pero cuando naciste, se complicó todo. No podía cuidar de ti porque tenía que trabajar desde que salía el sol hasta que se ocultaba para conseguir el dinero necesario para abastecer tus necesidades y las mías. Aun así, salí adelante y pude cuidarte con lo que pude.
No fue hasta que cumpliste los tres años cuando ya no pude más y tomé la decisión de dejarte con una familia que te diera lo que yo no podía.

— Pues no sirvió

Julia: — Pero al menos conseguiste trabajar en algo que te ha permitido ganarte la vida

— Aun así, ¿y qué pasó con mi padre?
No lo has mencionado

Julia: — Bueno, él se creía muerto. A él y a mí nos jugaron una mala pasada, pero la vida reveló la verdad oculta entre tantas mentiras

— ¿Mi padre es el que llegó contigo aquella vez, verdad?

Julia: — Sí, ¿cómo lo supiste?

— Nos parecemos mucho. Fue por eso que lo pensé, aunque creí que podría ser algún tío o algo

Julia: — Sí, él es tu padre, y como te mencioné antes, lleva el mismo nombre que tú

En ese momento, había tanta información que no cabía en mi memoria, pero lo que sí estaba claro es que frente a mí estaba mi madre, y pronto conocería a mi padre. Era una sensación extraña, difícil de explicar, pero agradecía a la vida por la oportunidad de conocerlos y saber que no me dieron en adopción porque era un error, sino todo lo contrario. No quería pensar que había sido un error para ellos.

— ¿Te puedo dar un abrazo? — pregunté, y ella sonrió mientras lágrimas llenaban sus ojos.

Julia: — Claro que sí

Nos abrazamos. No lo pensé demasiado, simplemente hice lo que siempre había querido: abrazar a alguien que me quisiera, alguien que me demostrara cariño, algo que me había faltado durante toda mi vida.

Julia: — No sé cómo será a partir de ahora

— Lo mismo de siempre, pero no te trataré como mi sirvienta. Siento haber sido grosero contigo a veces

Julia: — No te preocupes. No tienes la culpa, ya que no sabías de mí, y entiendo tu manera de hacerlo — dijo, y suspiré.

— ¿Y mi padre se llama Anton?

Julia: — Sí

— ¿Tendré que hablar con él?

Julia: — Sería lo mejor. Ni él ni tú saben nada el uno del otro, así que sería bueno que hablaran

— ¿Y ahora mismo está aquí?

Julia: — Salió a dar un paseo, pero solo se quedará una semana aquí y después regresará a Francia

— Vale 

Julia: — Estoy muy emocionada por esto

— Yo también. Jamás creí que tú serías a quien más quería ver en mi vida — dije y no me aguanté las ganas de llorar.

Julia: — Mi pequeño. Te quiero mucho, Anton — dijo mientras me daba otro abrazo.

Señor Harris, Usted Es Mi ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora