ANTON
Después de entrar en la habitación de mi hija y ver lo que estaban haciendo ella y Dany, me sentí bastante avergonzado.
No debería haber asumido que estaban haciendo algo más que charlar, ver la televisión o estar jugando con el teclado.
Me sentí frustrado conmigo mismo por tener ese pensamiento inapropiado sobre Dany y mi hija. Debería haber seguido el consejo de Rachel y no haber abierto la puerta de la habitación, evitando parecer un preocupado exagerado.Regresé a mi habitación y Rachel me miró con curiosidad.
Rachel: — ¿Y? ¿Qué viste?
— Nada — respondí con bastante pena.
Rachel: — ¿No hacían nada?
— Los dos estaban tocando el piano y divirtiéndose
Rachel: — Yo te dije que nada de que pensabas era cierto, pero no me creíste
— Pero no sabíamos la verdad. ¿Por qué tenían la maldita puerta cerrada?
Rachel: — Aun así, no tuviste que pensar en eso
— ¡Si podía pasar! Ellos lo pensaron
Rachel: — No, quizás ellos no lo consideraron, pero claro, tú como 24/7 piensas en sexo, creíste que tu hija y que Dany lo estaban haciendo
— ¡Por favor! Si no fui el único — dije con bastante disgusto.
Rachel: — Sí, si fuiste el único, aunque no lo quieras aceptar
— Mira, mejor no hablemos de esto.
La próxima vez que Dany y ella quieran estar solos, que se dejen la puerta abierta y así nos ahorramos tantos malos entendidosRachel: — Malos entendidos creados por ti
— ¡Pff!
Rachel: — Pareces un manipulador queriendo saber todo de tu hija
— No soy un manipulador, solo me preocupo por ella. Tú deberías hacer lo mismo — dije y entre más discutíamos, más me iba enfadando. En cambio, ella, mantenía la calma.
Rachel: — Y lo hago, pero solo tienes que confiar en tu hija y no estar vigilando a su novio
— Si eso hago. Yo confío
Rachel: — No es lo que parece. Anton… Ella ya no es una niña
— Basta de tonterías. Todo esto ha empezado por Dany y si ellos no estuvieran de novios nada de esto estuviera pasando
Rachel: — ¿No quieres que tu hija sea feliz?
— Claro que sí
Rachel: — ¿Entonces?
— ¿¡Para qué quieres que te lo explique si no me entiendes!? — pregunté alterado y no era realmente porque Rachel me llevara la contraria, sino porque ella tenía razón, pero yo no quería darme cuenta de ello.
Rachel: — Sí, te entiendo
— No, no me entiendes.
Me preocupo por mi hija porque ella lleva mi sangre.
Tú no entenderías esto — mencioné, dejando soltar todo el enfado que sentía.Rachel: — Y yo, aunque ella no lleve mi sangre, la amo y me preocupo por ella
— dijo con una voz llena de sentimiento.— Rachel… No me malinterpretes
Rachel: — Tú tienes tu opinión y yo la mía, ya está
— Eso está claro, pero que mi hija ya no se encierre en la habitación con su noviecito — mencioné y ella se desesperó.
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Señor Harris, Usted Es Mi Obsesión
RomantizmAnton Harris, dueño de una editorial, se enfrenta a un giro importante en su vida con una sorpresa inesperada. Para lidiar con la situación, contrata a Rachel Hill como niñera. A pesar de su historial con otras mujeres, Anton encuentra en Rachel a a...