Capitulo 20

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Adele

Por la noche después de recibir la llamada del oficial pasé a la habitación de Alison buscando su celular, afortunadamente no tenía clave así que pude entrar con facilidad. Me senté sin hacer ruido en el sofá frente a la cama buscando en su celular el número de la escuela o un correo para avisar su inasistencia el día de mañana. Obtuve el correo de una profesora que era recién de ese día, así que escribí con cuidado maldiciendo para mis adentros las uñas que llevaba puestas. Sonaban contra la pantalla del celular así que salí al pasillo terminando de escribir el correo que envié a su profesora.

Me costó dormir y en eso involucré a Ricardo quien se despertó conmigo tantas veces lo hice, no lograba dormir si yo no lo hacía, a veces se quedaba dormido pero apenas sentía mis movimientos se despertaba. Amaba esa parte de él, como tantas. Por tanto tiempo me sentí tan sola en las madrugadas, en mis caminos, en mis días, en mis problemas y ahora es todo tan diferente con él que me parece un poco irreal creer que una persona me ame y me quiera acompañar en cada camino en el que estoy.
Acompañar para muchos puede ser estar en el lugar físicamente, o mostrar su apoyo desde la distancia, otros pueden estar físicamente y no transmitir nada, otros pueden estar lejos y sentir su compañía, justo a tu lado, como mis amigos, a quienes puedo mirar en una de mis manos y su nombre estarán marcados en mis dedos. Solo una persona aparte de Ricardo, sentí que en situaciones puntuales me acompañó de cuerpo y alma en la vida, de lo que sé nunca olvidaré. El resto siento que lo ha hecho por compromiso o cortesía y ahí están incluidas un montón de personas, que poco recuerdo sus nombres o caras pero cuando aparecen dicen ser mis amigos.
Hoy me parece irreal creer que no estoy sola, que después de tanto tiempo de estar rodeada de personas, por fin me siento en compañía. De que tengo a mi lado a una persona que sabe el real significado de compañía, de ver cada escenario en el que estoy y por muy complicado que sea, asumir el reto de quedarse, ser soporte exponiendose a salir afectado de mis situaciónes. Entiende con claridad que somos dos en una relación.
Y es algo que no quiero dejar de tener, ni dejar de sentir.

No pretendo engañarme respecto a cómo me siento actualmente, con consciencia sé que dentro de mí hay algo no muy claro y confuso respecto a otra persona, respecto a ella. Sé lo que produce en mi su presencia, lo que en mi interior se despierta si la veo, son sensaciones muy fuertes que llevan de todo un poco y que claramente me hace dudar de todo. Puede ser un deseo carnal o un deseo de mi corazón. No lo sé y nunca lo sabré. Tampoco levantaré mi celular para llamar a Jedidiah y poner sobre la mesa su nombre, relacionandolo con el mío. Los recuerdos junto a ella serán algo que estarán en mi cabeza por el resto de mis días, pues fue la única persona que trajo un poco de felicidad en esos oscuros momentos que viví de pequeña y que transformaron mi vida entera. Todo lo que siento ahora es por lo vivido en el pasado y que no pudo florecer, pero ya es momento de dejarlo ir, de dejar ir esto entre nosotras que no pudo ser.

Terminé mi reflexión con la taza vacía de chocolate, suspiré sacando un poco de lo que llevaba dentro liberando mi cuerpo. Subí del estudio de grabación directo a la cocina, ví la hora pensando si era correcto despertar a Alison. Ricardo se ofreció en llevar a Lyanna a la escuela, para que pudiera quedarme en casa y estar cuando Alison despertara. El pensar que no podía manejar la situación me ponía un poco nerviosa, y debía afrontarlo, era un reto. Esperaba que Ricardo llegara antes de que ella despertara, lo que no sucedió así. Escuché a Titano ladrar, caminé hasta la sala viendo el pasillo que daba a las habitaciones y luego su voz se hizo sentir.

—¡Titano corre! ¡Mamaaaaaa!

—¡Estoy aquí, hija! —dije alzando mis manos para que me viera.

—¡Mamá es tardisimo! ¡Me quedé dormida! ¡Tengo que ir a la escuela! ¡Ayúdame a prepararme! —como alma que lleva el diablo bajó las escaleras y la retuve al final. —¡Desayuno en la escuela! ¡Ojalá me dejen entrar! ¡Nunca he faltado! —su respiración era agitada, no le di paso, en cambio la abracé. —¡Maaaaaami! No es momento para abrazos... ¡Titano tráeme la mochila! —y como si lo hubiera entendido corrió escaleras arriba el perro.

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