Capítulo 53

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Miranda

Es normal sí, despertar primero en casa ajena. Salí de la habitación envuelta en la sabana cubriendo mis piernas. Deseé quitarme el vestido y estar más cómoda pero no fue hasta que encontré a Alison en el comedor de esta casa y le pedí ayuda.

¿Tu ropa me servirá?

—¿Y la de mamá?

—Está dormida. —palabras más palabras menos le hice entender que no la quería molestar.

De su closet sacó un vestido holgado de color amarillo bastante cómodo para estar en casa. A ella le quedaba por los tobillos, a mí me cubría hasta las piernas.

—Te lo regalo, te queda hermoso.

—¿De verdad, mi amor?

—Sí.

Le pregunté la hora de la visita a su padre, restaban unas cuatro horas antes del encuentro. Se notaba preocupada y ausente, poco hablaba o se comunicaba, permaneciendo callada y lejana.

Intentó ayudar poniendo los platos sobre la mesa. Uno de estos cayó junto a una taza quedando en pedazos sobre el suelo. La ayudé a recoger los pedazos más grandes echándolos en una bolsa traída por una de las chicas que trabaja en casa.

—Mamá me va a matar.

Las manos le temblaron y los pedazos más grandes volvieron a caer haciéndose más pequeños.

—Amor siéntate, ¿Si? Yo termino esto.

—Perdón perdón.

—Ya, tranquila. Es un plato nada más.

—Es la vajilla favorita de mamá para el desayuno.

—Es un plato, nada más.

Le repetí llevándola a la mesa, me senté a su lado después de terminar organizar los platos. Nos distrajimos con las pulgas más pequeñas de la casa, ya no tan pequeñas y su acompañante.

—Hola silvermist, no te sentí llegar.

Lyanna pasó de su puesto a saludarme con un abrazo le devolví.

—Estabas dormida en el sofá.

—Sí, ahí me dejaron. —habló en reclamo viendo a Angelo y a Alison. —No se puede confiar en tus propios hermanos.

—Si te despertabamos ibas a llorar.

—No es cierto.

Le replicó una a la otra.

—Papá viene a desayunar.

Habló Angelo sobre la discusión de Lyanna y Alison. ¿Que tan agotador podía ser tener tres hijos adolescentes?

—Es él. —exclamó saltando del puesto, Lyanna corrió detrás de él.

Pensé en abandonar la mesa e irme a casa, cambiarme de ropa y estar lista con calma para acompañar a Alison. Rechacé el desayuno poniéndome de pie buscando la salida más rapida del comedor que no fuera pasar la mesa de seis metros tendida en el comedor.

—Mimi. ¿Qué haces?

—Voy a casa para cambiarme y estar lista a tiempo...

—Pero desayuna primero.

—No, no...

—¿Estás huyendo? —me miró sospechosa. —¿Te vas porqué llegó Simon?

—Contigo no tengo filtros. —le susurré sentandome en la mesa. —Son momentos familiares y me veo extraña sentada acá.

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