Capitulo 48

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Adele

—No, tampoco regresaré a Los Angeles.

—Soy quien decide qué hacer y qué no.

Dos de tres. Tanto Angelo cómo Alison estaban decididos a no regresar. Lyanna y yo nos mirábamos soltando la respiración al mismo tiempo desde el sofá contrario. Tomamos un respiro en la conversación recibiendo las limonadas y galletas que mandé a preparar. Con la laptop encendida pensaba en qué correo redactar y como explicarle a la directora de la escuela que dos de mis tres hijos no regresarían a clases presenciales.

—Llegué. ¿Que sucedió?

Simon entró agitado a la sala vistiendo de saco y corbata, bastante descombinado y el sudor recorriendole las mejillas. Se secó con su pañuelo dejando el maletín en el suelo tomando aire, esperé se recuperara para entrar en debate. Nos miró a todos callados en medio del dilema. Respiré hondo tocando una de las teclas de la laptop encendiendo la pantalla. Hice el esfuerzo por sospesar esta decisión que claramente me descoloca, pero ¿Cómo me impongo ante la decisión de una hija mayor de edad y un adolescente con indicios de rebeldía? Esto sin crear caos. Además son escasas las energías que tengo para pelear.

—Angelo no volverá a Los Ángeles. Piensa quedarse acá.

—¿En serio?

—Si pá.

—Si esa es su decisión lo apoyo. —hablé muy seria, terminando de ceder no había otra opción para mí. —Debe seguir sus clases puntuales, sin faltas. —eso fue una clara advertencia, aceptó más que contento apretando sus puños al aire en modo celebración.

—Me encargaré que cumpla con la asistencia y actividades. —apoyó Simon igual de feliz, un poco más calmado. —Pero... ¿Lyanna regresará contigo a Los Ángeles? ¿Que hay de Alison?

—Por mi no hay problema en regresar a Los Angeles o estar aquí.

Las miradas se centraron en mi, ante la libre decisión de Lyanna me tocaba tomar a mi una decisión final. Antes de hablar los recuerdos me bloquearon las palabras. Pasaron a la velocidad de la luz mostrandome los lugares, los días de felicidad, las noches de festejos y un montón de cosas que quedaban en esa ciudad, en esa casa. Viendo estos momentos desde la nostalgia la dificultad para mí es más grande de no regresar. Es claro también que esos son recuerdos ya no existen y las esperanzas sembradas en el querer repetir esos instantes, las debo poner en esto nuevo, en este presente.

—¿Tu... vas a regresar?

Preguntó Angelo con temor, le di una mirada suave sonriendo a medias.

—No, nadie regresa. —Lyanna corrió al abrazo de sus hermanos, por parte de mamá escuché un "Yupi" sonriendo a todo dientes. —Simon, es necesaria tu ayuda. En cuanto reciba la respuesta de la escuela te diré qué haremos para coordinar horarios.

—Muy bien.

—Esto mientras logramos conseguir una nueva escuela para el próximo ciclo.

No hubo nada más que acotar, los ojos brillantes de Angelo hablaban por él. Su felicidad fue contraste a mi tristeza, pero verlo sonreír tan natural transformó esa tristeza en algo dulce y bonito. Lo sentí en mi interior, sentí como esta decisión no lo había hecho feliz nada más a él, si no al resto. Dudoso y tambaleando se levantó del sofá dirigiendose, después de pensarlo se arrojó a mis brazos.

—Te amo ma. —me miró tomando mis manos entre las suyas con cariño. —Será mejor, estaremos bien.

—También te amo.

Lamenté ante Simon haberlo sacado de su reunión a última hora. El trabajo lo consume todavía, sigue siendo adicto a estar ocupado, pero quería incluirlo en esta toma de decisiones respecto a la educación de nuestros hijos y no pasar por alto su existencia. Sé también de su felicidad ante este cambio. Nada ha cambiado, sus ojos, su sonrisa y su receptividad siguen siendo las mismas con Angelo y Lyanna a pesar del tiempo ausente y lejos.

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