Capitulo 43

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Adele

Los rumores se regaron a la velocidad de la luz, las personas y la prensa sacaron conclusiones. Lo acosaron a la salida del último juego, abordando en preguntas su camino. Evitó a toda costa responder, la seguridad apareció llevandolo al auto. Ví el vídeo tantas veces mi corazón masoquista lo necesitó repitiendo los mismos segundos en qué escuchaba mi nombre y su mirada se transformaba a odio. Todavía lo conozco y se que expresa, sé de su dolor y rabia.

Entonces tomé la decisión de anunciar por medio de los abogados la ruptura de nuestra relación.
Redacté el documento bañada en lágrimas, con las gotas cayendo sobre el teclado de mi laptop. Pensé estaría dando explicaciones innecesarias. Borré las diez líneas que escribí y quedaron dos. Sencillas y directas, si nada qué agregar, sin consultarle. Duele pero es también la decisión que el quiere y merece.

Desvíe las llamadas de Jonathan, mi voz no se prestaba para hablar y dar más explicaciones. Leí su mensaje excusandose por la ausencia debido a un viaje de emergencia. No quise saber nada más, apagué el mundo de nuevo y desaparecí.

Mi inseguridad ante la decisión apareció minutos después, a nada de llamar a mi publicista y asistente para retractarme, sin embargo no lo hice, mis acciones quedaron a medias, observando como todo ocurría sin nada qué cambiar. Más que una decisión de mi parte, es una decisión de la vida sobre nosotros. Quisiera entender el por qué hemos llegado a este punto y no logro hallar una respuesta a todo este declive que lo ha llevado lejos de mi.

Las lágrimas se hicieron imposibles de contener y pasé a la habitación, escondiendome debajo de las sábanas ahogando el llanto en la almohada. Era llanto de dolor, el dolor del desprendimiento final acompañado de ese hueco en el pecho que sientes profundo en cada respiración y te paraliza.

—Hija, abre la puerta.

Escuché a mamá pero hice caso omiso a su llamado. Subí el volumen de la radio en mi celular apagando su voz, quedando lejana luego imposible de escuchar.

La habitación se volvió pequeña, no hubo espacio ni rincón de comodidad. Las pocas paredes que se sostenían del derrumbe de mi vida terminaron por caer.
Mi casa nuevamente dejó de sentirse mi hogar.

***

Lyanna caminaba de piernas abiertas por los pasillos de la escuela con la cabeza metida en sus pasos sintiendo el rozar de la toalla con su entrepierna.

—Wazowski detente.

Una mirada furtiva salió de Lyanna para Angelo. Siguió su caminar al baño con el ardor en su entrepierna. Pasó al primer cubículo para cambiar su toalla por tercera vez en el día. Refunfuñando y con la yema de sus dedos envolvía la toalla utilizadada en papel con el mayor de todos los ascos.
Hizo memoria fotográfica de la explicación de Adele. Olvidando sus palabras colocó la toalla sobre su braga con el lado más ancho al final y el más angosto al inicio.

Bajó la palanca del retrete y salió amarrandose la correa negra de su falda. Evitaba mirar al resto de las chicas presentes en el baño. No conocía a nadie cercano a parte de su hermana mayor que menstruara. Pensaba en que tal vez podía ser la única o que aquello podía ser un secreto que nadie develaba y que ella no sería la excepción. Se lo mantendría callado como su mayor tesoro.

—¿Estás mejor?

Angelo le extendió su brazo para caminar juntos al comedor de la escuela.

—Si... —respondió con desanimo. —... No me gusta tener eso ahí en mi cosita. No respira.

—Es raro. ¿Por qué botarias sangre por ese lugar? ¿No es peligroso?

—No, mamá me explico que no y aparte investigué. Es normal entre nosotras las mujeres.

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