Londres
El abogado se detuvo frente a la puerta del hospital extendiendo sus brazos a los lados para la requisa pertinente por parte de los guardias policiales. Pasó a la habitación escoltada por uno de ellos, atravesó unas cortinas azules y finalmente pudo ver a Amy en su camilla que era alimentada por la enfermera de turno. Lucía un poco más recuperada, lo que no dejaba de ser notable su desgaste físico: Las ojeras de su rostro, la palidez de su piel habían disminuido.
-Es suficiente. -Amy negó ante una nueva cucharada de sopa.
-Es un progreso señora Amy.
El abogado notó que a pesar de no haber terminado el plato comió más que el día anterior, con cuidado se acercó estrechandola en un abrazo que la hizo sentir un poco reconfortada a Amy la que lo vió con ilusión. Su corazón esperaba la noticia que tanto anhelaba, noticia que el abogado tenía en bolsillo de su saco.
-¿Y bien? -preguntó ella ansiosa.
-Pues... -el abogado inexpresivo sacó el sobre de su saco poniéndolo en sus manos. -... Lo hemos conseguido. -Amy abrió sus ojos como platos, desesperada rompió el sobre desdoblando la hoja. -... Terminarás tu condena en casa, hemos conseguido el arresto domiciliario.
-¡¿No volveré a prisión?!
-Tu prisión, será tu casa. No es una libertad plena pero estarás en mejores condiciones.
-¡Gracias! ¡Gracias! -Amy se inclinó a él que se acercó estrechandose en un abrazo, con su antebrazo limpió sus lágrimas volviendo a leer la orden del juez.
-Lo ha conseguido por su buena conducta y por soportar...
-No mencione eso, por favor. -el se disculpó haciendo silencio. -Que esos hechos se queden ahí, en ese lugar. Ahora quiero... ir a casa y abrazar cada rincón para recuperarme.
-Pronto, apenas tenga el alta volverá a su hogar.
El abogado le explicó el procedimiento a seguir. A pesar de estar en casa sería vigilada día y noche por guardias asignados, adjunto a ello llevaría un grillete en su tobillo como monitoreo de su ubicación, el que enviaría señales si sobrepasaba los límites geográficos establecidos. Para Amy nada de eso era peor que vivir en prisión si repasaba en su memoria las vivencias. Tuvo días en que sintió morir, los abusos en su cuerpo y piel quedarían marcados de por vida. El único aliento que mantuvo fue por el día en que recuperara la libertad, regresara a casa y abrazara lo que tanto amó y extraño.
Adele
El silencio de la casa nunca fue tan abrumador, buscaba en qué ocupar mi mente para no llamarlo. Bajé a mi estudio para sentarme con mi agenda buscando que algunas palabras salieran de mi nada funcionó. Me senté en el suelo boca arriba, boca abajo escribiendo un poco más, no logré avanzar, seguía estancada. Salí del estudio con la idea de trotar por la zona, poner música en mis audífonos y despejarme. Eso, eso era, tenía que salir y estar sola.
-¿Me acompañas? -le dije a Titano que acostado sobre el mueble me miraba amarrarme las trenzas. -Lo sé, estás aburrido.
Me levanté del sofá con el sonido de la puerta, miré por el recibidor y lo ví entrar, su mirada hizo contacto conmigo desde la lejanía. No supe si estallar en rabia, en llanto o quedarme callada y dejarlo pasar. Lamentablemente mi boca no sabe quedarse callada cuando el enojo es el protagonista.
-¿A dónde fuiste? -pretendía seguir sin decirme nada, al escuchar mi pregunta se detuvo bajando los dos escalones que subió.
-A un bar, con unos jugadores. -sin verme respondió, jugando con las llaves del auto.
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River Lea
FanfictionPara el que acepta, resiste, espera, vive y lo vuelve a intentar.