Adele
Mi pierna iba de atrás para adelante en el sofá colgante del jardín. Vigilaba a los perros de Alison correr, morderse, arrancar el césped y demás en aparente calma mientras ella con Lyanna y Angelo estaban en la escuela. Los dos eran buena compañía, en especial Duque a la que todo le sorprendía. Amaba jugar con las plantas, morderlas, escarbar la tierra y revolcarse en ella. En principio para nada estuve de acuerdo, pero llegamos a un acuerdo en que le regalaría solo una parte del jardín para que la destruyera con la esperanza de que fuera solo esa parte. Y aquí estoy, viéndola acercarse a mis rosas.
—¿Tu no quieres jugar con ella?
Pasé mis uñas por el pelaje de Titano, quien paso a paso llegó a mi apoyándose en mis rodillas para subir. Suspirando cerró sus ojos quedándose dormido en mis piernas.
Miré la hora en el celular notando el retardo de minutos que Jedidiah y April llevaban con respecto a su visita.
—El Advil, señora.
—Gracias.
Levanté la cabeza del sofá nada más para beberme la pastilla y volver a ocultarme en las sábanas. Sequé mi boca dejando el vaso con agua vacío sobre la bandeja. Negué la ensalada de frutas aborreciendo el olor de la manzana.
—¿Le podemos ayudar en algo más?
—Avisame cuando mis amigos estén entrando a casa.
—Sí señora.
Me acomodé en el sofá recogiendo mi cabello en un moño alto liberando mi cuello para sentir fresco en mi piel. En espera de Jedidiah y April revisé mi celular por milésima vez en todo el día dándome cuenta de lo mismo, de su ausencia en el pasado.
No habían registros de actividad de su parte. Algún mensaje, foto, o información filtrada que viniera de ella en alguna de sus andanzas con la patrulla que tiene de amigos. En medio de mi investigación personal llegué hasta la vida de su familia: Su madre y su hermano se mostraban por su cuenta, avanzando años tras años en sus vidas a través de imágenes con meses de diferencia una de otras. En los álbumes de fotos publicados no hubo una sola foto que hiciera referencia a ella, ni un mensaje, una dedicación, absolutamente nada. Es como si hubiera desaparecido de las mentes de todos nosotros y eso es aterrador.
A decir verdad no la extrañé, no la pensé, no sufrí su ausencia, ella dejó de existir para mí como cualquier otra cosa insignificante que pasa en mi vida. Eso hablando en pasado. Ahora todo genera un peso doble en mí porque resiento su ausencia hoy y porque que no esté aquí lo empeora todo.
—¿Irás a la librería?
Escuché la voz de April a mis espaldas. Giré mi cabeza viendola llegar con Jedidiah. El de seguridad me hizo señas con su cara de haberse olvidado avisarme. Con un movimiento de cabeza le ordené se marchara.
—¿No te has bañado?
—¿Es un cuestionario? —bajé los pies del mueble dándoles espacio para que se sentaran.
—Acertamos lo que decimos. Anda a bañarte, iremos a la librería.
—No Jedidiah, no tengo esa invitación.
—Yo sí. Seguro tu también, revisa el correo. —le di el celular, deslizando sus dedos de lado a lado buscó en mi buzón asintiendo con una sonrisa de hombre orgulloso. —En efecto. Anda a bañarte, hueles horrible.
—Por piedad a nuestro olfato. —agregó April. —Mira Adele, la verdad es que... ya tienes que empezar a hacer las cosas diferente.
—Me baño todos los días April. Ya dejen de joder.