Adele
"No quiero entrar en una guerra contigo ni terminar esto en malos términos. No hay nada más que dar así que ejecuto esta decisión como la mejor para los dos. Mis abogados se pondrán en contacto con los tuyos para llegar a un acuerdo justo para los ambos"
Envié el mensaje al abogado para que lo adjuntara en el correo que le haría llegar junto con la solicitud de divorcio. Luego de enviarlo apagué el celular escondiendolo debajo de la almohada. Lyanna me miró con una media sonrisa, le devolví una completa abrazandola a mi.
—¿Ahora qué harás? —me preguntó Lyanna. —¿Ya no serás más su esposa?
—No. —esa pequeña palabra de dos letras me costó pronunciarla. —Le fallé en cuanto a lealtad y eso es demasiado. Mis intentos por rescatar lo que la vida me quitó han desaparecido y ya no queda nada. Acepto que debo irme, que fallé y lo más sano para los dos es esto.
—Mamá. ¿Que pasaría si el recuerda y quiere volver contigo? Te amaría de nuevo.
—Sería un amor con rencor y está demás decir que eso no es sano.
—¿Rencor es no poder olvidar una mala acción? —preguntó con dudas.
—Emmm si. Es mantener ese sentimiento de enojo o rabia en el tiempo por algo que otra persona hizo y nos afectó. Poco se puede avanzar si eso persiste en nuestra vida.
—¿Crees que Ocean me guarde rencor? —su pregunta salió con tristeza y eso me puso más pequeño el corazón.
—No lo creo. Veo en ella la misma pureza que hay en ti, mi cielo. Volverán a verse y tendrás el espacio para que tus disculpas sean escuchadas y aceptadas.
—Gracias mamá, te quiero un montón. —arrullada bajo mi costado me abrazó, nadie sabe cuánto reconstruye los abrazos de un hijo como una madre.
Fue poco lo hecho por mi ese día soleado lleno de vida afuera y yo deshecha en mi cama, destruida, apestosa, separda, en plena ruptura matrimonial. La única cosa que hice por mi fue bañarme y cambiarme el pijama para de nuevo entrar en la cama, quedándome debajo del edredón sin tocar un pie fuera de la habitación. Las veces que mis hijos entraron me costó verlos por la vergüenza, sintiendome completamente irresponsable y la peor de todas por haberlos arrastrado una vez más en mis crisis.
Desearía ser un poco más fuerte y no derrumbarme siempre que alguien importante para mí decide salir de mi vida. Todo se ve como si lo importante fueran esas personas, lo escencial para mí y no yo. Ellos se van y el resto parece acabarse, olvido que existo y que me tengo, que respiro y puedo seguir más allá.
Me he subestimado siempre creyendo que es el final y el mundo acaba para mí. No me he reconocido lo suficiente para entender que chueca y algo rota me he mantenido en pie. Si me siento, todavía respiro perfecto, siento las cosas tan reales aunque un poco diferentes. Me cuesta pero vuelvo a sonreír y vuelvo a creer en la felicidad eterna, en los amores que perduran. De nuevo creo en el amor y en mi capacidad de amar.
Cada vez un poco más diferente.
—¿Te animas?
Ví vestida a Alison con chaqueta impermeable y guantes.
—Hace sol y está fresco afuera.
—¿Hablas de salir?
—Si, a dar un vuelta. —miré por la ventana el atardecer caer, expresé mis pocas ganas arrugando la cara. —¿Cuántos días llevas sin salir de la casa? Creo que muchos.
—No tantos.
—Te hará bien, anímate. Irá Lyanna, Angelo y pasearemos con la abuela. Faltarias tu.