13. Integración efímera

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Káeli, Lyontari, Jadeít y Arryesgo continuaban su camino hacia Poli de Emeralda. Tras el reciente incidente, se mostró que Jadeít durante todo este tiempo no estuvo más que fingiendo en cierta medida, por lo que finalmente ahora ha mostrado su verdadero rostro y hay mucha tensión en el ambiente.

–¿A qué hora llegaremos?– Preguntó Lyontari.

–Llegaremos cuando tengamos que llegar.– Respondió Jadeít.

–¡Eso no es una respuesta!– Respondió Lyontari.

–Por supuesto que lo es, que no es lo que hayas querido escuchar no es mi problema.– Respondió Jadeít con un tono burlesco en su voz.

–¡Pero eso no me responde nada! Solamente es repetir la misma pregunta como una respuesta.– Replicó Lyontari.

–Sí, sí, si... Mira... Jamás en mi vida había ido en carroza hacia esta ciudad, lo normal sería ir en tren, pero es seguro que se tardarán más en arreglar el desastre que hizo tu amiga que en si llegamos así.– Respondió Jadeít.

–O sea que no lo sabes.– Preguntó Lyontari.

–Es lo mismo que dije. No deberías quejarte de lo mismo que haces.– Mencionó Jadeít.

–No lo repetí, solo lo resumí, es completamente diferente.– Replicó Lyontari.

–Sí, si... ¿Cuánto crees vos que tardemos, Arryesgo?– Le preguntó Jadeít.

–Probablemente tardemos tres días, está realmente algo lejos aquella ciudad.– Afirmó Arryesgo.

–¿Tres días? ¿Tendré que soportarla por tres días?– Exclamó Liontari refiriéndose a Jadeít.

–No estoy más feliz que vos con ello, pero es lo que hay. Mejor ponte cómodo y no seas tan molesto.– Respondió Jadeít.

–Claro, claro... Como si fuese tan fácil contigo aquí.– Dijo Lyontari entre dientes.

–Oigan, chicos, no sean así por favor. Seguro llegaremos más pronto que tarde. No necesitamos pelear.– Dijo Káeli.

–Sí, opino lo mismo que Káeli.– Apoyó Arryesgo.

–¿Te estás poniendo del lado de él?– Le preguntó molesta Jadeít a Arryesgo.

–No, solo digo que Káeli tiene razón y entre menos riñas hagamos es mejor.– Replicó Arryesgo.

–Bueno, como sea.– Dijo Jadeít acostándose sobre el sillón magenta de la carroza que tenían.

Jadeít se mantuvo en aquella posición mientras se mantenían avanzando hacia la ciudad, sin embargo se encontraron entonces con una persona en el transcurso del camino quien parecía haberse desmayado. Káeli fue la que se percató de su presencia y se preocupó al instante.


–¿Arryesgo, podría detener la carroza un momento?– Preguntó Káeli.

–¿Eh? ¿Por qué?– Preguntó Jadeít.

–He visto a un hombre tirado en medio de la nada y creo que podría estar en problemas, ¿podrían permitirme ir a echar un vistazo rápido?– Les preguntó Káeli.

–Eh, bueno, supongo…– Respondió insegura Jadeít.

–Muy bien, no tarde.– Respondió Arryesgo quien hizo detener los caballos.

Káeli bajó de la carroza y se dirigió hacia donde iniciaban los árboles del bosque y aquel hombre se encontraba tirado.

Káeli comenzó a analizarlo, se trataba de un hombre con tez similar a la oliva, de poca estatura, cabello teñido de color verde cual pino y portaba igualmente una sudadera color menta en la parte superior y gris acercándose al negro en la parte inferior, un pantalón deportivo negro y unos tenis color menta con negro y algunos detalles esmeralda un poco azulada.

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