39. Dulce hogar

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Mientras el viaje de Káeli y Lyontari proseguía, a Káeli se le ocurrió algo, por lo que llamó a su padre, o bueno, su maestro, para que le ayudase.

–¿Para qué me has llamado?– Le preguntó Pateras a Káeli.

–Necesito saber si hay alguna forma en que me enseñes a hacer un hechizo que de alguna forma me permita mostrar el pasado.– Le pidió Káeli a su padre.

–Sí, aunque depende de lo que quieras mostrar, es un hechizo muy simple si se trata de algo que vos viviste.– Respondió su padre.

–¿En serio? ¿Cómo es?– Preguntó Káeli emocionada.

–Necesitas tomar las manos de aquel que quieres mostrarle tu pasado y pronunciar: «デ メゎ ヨゎ めゎ テェゲいレ»; mientras piensas en la época que quieres mostrarle a esa persona. Es simple, necesitas liberar muy poca magia para activarlo.– Dijo Pateras mientras explicaba.

–Creo que necesito intentarlo primero por si acaso.– Dijo Káeli volteando a ver a Lyontari. –¿Me permites?– Le preguntó Káeli a Lyontari.

–Claro, no hay problema.– Respondió Lyontari.

Káeli entonces se acercó a Lyontari y realizó todos los pasos que su padre le señaló, entonces Lyontari comenzó a tener una visión, era aquella vez donde Káeli estaba cargando a Lyontari hasta la cima de una montaña, ahí se podía ver perfectamente cómo Lyontari estaba dormido y en sus brazos.

Después de terminar el hechizo, Lyontari regresó.

–¿Lo viste?– Le preguntó Káeli a Lyontari con curiosidad.

–Sí, era yo dormido entre tus brazos.– Respondió Lyontari.

–Vale, sí funciona… Esto nos será de gran utilidad. Muchas gracias, Pateras.– Dijo Káeli y así su padre volvió a la gema y ambos volvieron a estar sin hacer mucho en la locomotora.

El viaje fue muy largo y atravesaron nuestros protagonistas diferentes pueblos por los que tenían que pasar antes de llegar hasta la capital, sin embargo, finalmente llegaron cerca de las seis horas, tan solo unos minutos antes.

Bajaron del tren bastante cansados por el viaje; eran,
aproximadamente las tres de la tarde. No habían comido nada aún y a Káeli se le notaba más, misma que comenzó a buscar a los alrededores algún restaurante en el que comer. Káeli conocía relativamente bien la ciudad, aunque este lado de la ciudad no era tan concurrida por ella, por lo que no sabía a dónde podrían ir sin que los dejasen con el bolsillo vacío.

Lyontari, por su parte, no estaba tan concentrado en ello, ya que estaba acostumbrado a pasar hambre por tanto tiempo como para ni siquiera darse cuenta que la tenía, en primer lugar.

Káeli vio un establecimiento de tequeños, si bien, no era especialmente barato, cuatro vegaris con quinientos molínaris no era tan caro tampoco, además los servían junto a una guarnición de caraotas negras (un tipo de frijol típico del país). Káeli volteó hacia Lyontari buscando una opinión, pero se encontró con él se le estaba quedando viendo a una chica que se estaba probando un abrigo en la tienda, Káeli malinterpretó las cosas tras apreciar la figura de la chica que tenía más volumen, por decirlo de algún modo.

Káeli olvidó su hambre y se alejó, rápidamente, de Lyontari sin avisarle; Lyontari se dio cuenta tiempo después de la ausencia de su amada, por lo que comenzó a buscarla. Para la suerte de Lyontari no era tan difícil encontrar a alguien con la ropa que traía puesta Káeli, ¿usar un short en el polo sur?, si lo piensas, es totalmente surreal, incluso si era verano, más si le llegaba por arriba de las rodillas, así que, llamaba mucho la atención.

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