33. Abandonando el sueño

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Káeli y Lyontari ahora más seguros de haber perdido a su acechante, o al menos momentáneamente, buscaron entre el bosque dónde poder esconderse o siquiera ubicarse, ya que no tenían idea de dónde habían ido a parar; es entonces cuando a lo lejos entre las colinas pueden reconocer dos grandes montañas con una forma tan particular que les es imposible no reconocer: Era aquel lugar donde habían peleado contra el dragón. De alguna manera esto era algo bueno, estaban en cierto modo cerca de Da Trigál.

Káeli y Lyontari comenzaron a acercarse mientras la noche comenzaba a caer. Lyontari comenzaba a sentirse especialmente cansado por todo lo recorrido, Káeli pudo notar esto en sus singulares gestos.

–No aguantas nada.– Le dijo Káeli a Lyontari burlándose de él.

–¡Tienes que estar bromeando! ¡Esta caminata ha sido mucho más de lo que jamás he hecho!– Respondió molesto Lyontari.

–Sí, pero yo tuve que recorrer casi lo mismo de ahora yo sola y después lo tuve que hacer nuevamente mientras mi cuerpo apenas y podía actuar.– Le responde Káeli.

–Usaste drogas, no cuenta.– Responde Lyontari.

–Solo fueron una pequeña ayuda. Necesitaba llegar rápido… Tú sabes; de nada.– Le responde Káeli a Lyontari señalándole su obvio motivo de haberlo hecho.

Lyontari la ve con molestia nuevamente, pero poniendo su mirada nuevamente en el camino reflexiona sobre lo que dice.

–Sí, gracias…– Responde Lyontari.

–¿Qué dijiste?– Le pregunta Káeli a Lyontari fingiendo que no había entendido.

–¡Gracias!– Responde Lyontari.

–¿Incluso con mis “drogas”?– Le pregunta Káeli a Lyontari.

–Sí, incluso con tus tontas drogas, ¿estás feliz?– Le pregunta Lyontari hastiado.

–Por nada.– Dice Káeli sonriéndole mientras sus ojos con epicanto casi se cerraban totalmente.

Los dos individuos continuaron su camino hasta finalmente llegar a la falda de las montañas, buscaron un pequeño refugio en una pequeña cueva y se acurrucaron al lado uno del otro.

Káeli pudo observar como su compañero se colocó sobre su pecho, por debajo de lo que sería su axila; no entendía el porqué, al principio pensó que intentaría algo raro, pero no fue así.

–¿Qué haces?– Le preguntó Káeli con curiosidad.

–Es cómodo y calientito, es todo.– Respondió Lyontari sin pena.

–Bueno… Lo de caliente te lo creo, pero no creo que esté cómodo…– Responde Káeli.

–Sí lo es, ¿por qué no lo sería?– Le pregunta Lyontari a Káeli.

Káeli se queda unos segundos en silencio, no estaba segura si decir lo que pensaba o no, pero él había demostrado ser alguien empático con ella, había estado en sus momentos más difíciles, ¿qué más importaba en este punto?

–Bueno…, no tengo mucha grasa ahí… Si sabes a lo que me refiero.– Respondió Káeli con bastante pena en su acción.

–No te preocupes por eso, así son perfectas, no necesitan ni un poco más.– Le responde Lyontari a Káeli.

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