55. Elecciones

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Káeli despertó con los primeros rayos del sol filtrándose a través de las cortinas tras una noche larga e inquietante. Se levantó lentamente, tratando de no hacer ruido para no despertar a Lyontari, quien aún dormía en el sofá.

Mientras preparaba café en la cocina, sus pensamientos de la chica que los había estado espiando comenzaron entonces a distraerla de todo su alrededor: ¿Quién era y qué quería de ellos?; la incertidumbre la carcomía por dentro.

Lyontari apareció en la cocina poco después, con el cabello despeinado y los ojos aún medio cerrados, apagó la estufa, pues el ruido de la cafetera haciendo presión lo había despertado.

–Buenos días.– Murmuró, tomando una taza de las estanterías.

–Buenos días.– respondió Káeli, tratando de sonar más animada de lo que se sentía. –Disculpa por los ocurrido ayer.– Dijo mientras se agarraba el hombro.

–Ya no te preocupes por eso.– Respondió Lyontari y comenzó a servirse café. –¿Quieres?– Dijo acercándole la taza.

–Sí, gracias.– Dijo tomándola y comenzando a sorber.

–¿Tienes algún plan para hoy?– Preguntó Lyontari.

–¿Con esa tipa allá afuera? No estoy segura de siquiera salir.– Respondió. –Sin embargo, es necesario que salgamos: Como te dije, hoy son las elecciones y no puedo dejarte aquí.– Agregó.

–¿Tienes esperanza que cambien de gobernante?– Le preguntó Lyontari.

–La esperanza es lo último que se pierde, pero no lo sé, incluso con todas las carencias que tenemos, aún hay gente que apoya su partido.– Respondió.

–Bueno, vayamos, pero primero terminemos de desayunar.– Declaró Lyontari.

Mientras desayunaban en silencio, el sonido de la ciudad se destacaba por su silencio: Los vendedores ambulantes no estaban gritando sus productos y había menos tránsito entre las calles, incluso para ser una zona departamental. Después de terminar su café, Káeli se levantó y se dirigió a la ventana, finalmente comenzaban a oírse los murmullos y se podía observar a la gente que ya se dirigía a los centros de votación. La tensión en el aire era palpable; todos sabían que estas elecciones podrían cambiar el rumbo de la ciudad.

–Deberíamos irnos ya.– Se giró hacia Lyontari. –Cuanto antes votemos, antes podremos regresar, menos estaremos al alcance de esa chica.– Pidió.

–Sí, tienes razón.– Asintió, se levantó y se estiró.

Ambos se pusieron sus abrigos y salieron a la la ciudad. Mientras caminaban hacia el centro de votación, entre el bullicio, Káeli no podía dejar de mirar a su alrededor, esperando ver a la chica en cualquier esquina, pero la multitud era densa y todos parecían estar enfocados en llegar a su destino.

Al llegar al centro de votación local de su ducado, la fila era larguísima, pero avanzaba rápidamente. Káeli y Lyontari se unieron a la fila y esperaron pacientemente. Mientras avanzaban, Káeli notó a un grupo de personas discutiendo acaloradamente sobre los candidatos. La división en la ciudad era evidente.

Finalmente, llegó su turno. Káeli tomó la boleta y votó sin dudarlo por el partido opositor, esperanzada de su voto.

–Listo.– Le dijo ella a Lyontari al salir.

–Ahora, volvamos a casa y pensemos en nuestro siguiente paso.– Él respondió.

Káeli asintió, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación. Mientras caminaban de regreso, no podía sacudirse la sensación de que estaban siendo observados. La chica misteriosa seguía siendo una sombra en su mente: Necesitaba descubrir quién era y qué era lo que quería de ellos.

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