12. ¿Realmente esta chica podría intentar matarme?

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Mientras Káeli solo observaba cómo Jadeít tenía su armadura con gran esplendor, Jadeít puso su mano abierta frente a su propia cara.

ろゕぼ!– Exclamó para entonces comenzar a aparecer parpadeando la misma máscara grisácea de lobo que usó en su primer encuentro, pero esta no se materializó al final, solo desapareció.  –¿Qué?– Jadeít volvió a intentarlo, pero el resultado fue el mismo. –¿Por qué? No estoy dudando de mí…– Dice Jadeít pensando porque su hechizo no se realizaba correctamente.

Káeli entonces se levantó con dificultad y comenzó a hablarle.

–¿Crees que no habría usado mi magia del tiempo, de tenerla, en una situación así o que Lyontari hubiese podido aguantar el hechizo después de todo lo que ha pasado?– Preguntó Káeli.

–¿Realmente esta chica podría intentar asesinarme?– Jadeít pensó en ello mientras se mantenía en silencio, observando todo lo que ha ocurrido. –Lo sé, tienes razón.– Cede finalmente Jadeít, muy apenada por la situación, ya que sabía muy en el fondo que ella tenía la razón. –Por eso debemos terminar con esto.– Dice desvaneciendo su espada. –Me dejé llevar demasiado por mi instinto y realmente, aunque haya encontrado muchas pistas, no encontré ninguna prueba contundente.– Dijo agachando la cabeza.

–Te lo dije muchas veces: Yo no busco nada contigo.– Respondió Káeli realmente molesta.

–Lo sé y por eso os pido una enorme disculpa por todo esto. Me aferré tantos a mis ideales que olvidé mirar hacia lo que es verdad.– Responde Jadeít muy avergonzada.

–¿Qué pasará con el tren?– Preguntó Káeli.

–Me encargaré de curar vuestras heridas y me haré responsable por los daños causados en el tren. Es lo menos que puedo hacer.– Responde Jadeít volteando hacia Likán. –¿Oíste?– Le preguntó.

–¿Pero no había dicho usted que se encargaría?– Le preguntó Likán a Jadeít.

–¿Y para qué estarías tú entonces?– Le respondió Jadeít.

–Vale, vale. Ya lo hago.– Respondió Likán.

Likán se había encargado de regresar a la ciudad para hablar de lo ocurrido con los abogados de Jadeít para que se encargasen de evitar cualquier rumor y cubrir los gastos.

Por su parte Jadeít estuvo buscando en el bosque algunas hierbas curativas con las que hizo una pomada. Ella les untó la pomada en las heridas que tenían y poco a poco comenzaron a cicatrizar las heridas, en su mayoría por los cristales, aunque la mayor herida fue la cortada que le hizo Jadeít a Likán.

Likán más tarde regresaría junto a la carroza que habían dejado encargada, obviamente desde ahí se trasladarían a partir de ahora hacia la siguiente ciudad donde había otro tren.

–Bueno, chicos, tendremos que trasladarnos así.– Dijo Jadeít.

–No lo sé, siento que ya no deberíamos viajar juntos, ya nos intentaron matar dos veces.– Contradice Káeli.

–Lo sé, lo sé. Realmente estoy muy apenada por ello.– Diría Jadeít mientras se inclinaba. –Si eso queréis, no puedo obligaros.– Responde Jadeít.

–Aún así, el viaje es demasiado largo, no creo que podáis continuar así ni siquiera a la siguiente ciudad. Podrían ser atacados por bestias mágicas.– Contradice Likán la decisión de Jadeít.

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