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Estaba soñando, lo sabía perfectamente, algo no se sentía normal, era como una capa gruesa que cubría sus ojos, allí donde miraba nada era real, pero lo parecía. Caminaba por una casa grande, unos segundos atrás paso por una puerta doble y ahora subía unas escaleras de caracol, podía sentir el suelo bajo sus pies, aunque no la temperatura. Quiso tocar el pasamanos, pero un ruido escaleras arriba lo distrajo: Una risa cantarina, una mujer.

Siguió subiendo y a ella se unió la voz de un hombre, una que le parecía familiar, pero a la vez no; al llegar al piso de arriba, siguió el eco de sus voces que lo llevaron hasta un cuarto al fondo del pasillo, por debajo de la puerta se colaba un halo de luz, había algo cálido en esa incandescencia que le tentó a empujarla, llevado por la curiosidad.

Dentro, en un cuarto lleno de luz, calidez y tranquilidad, dos personas reposaban sentadas dándole la espalda, un hombre y una mujer... dentro de su pecho algo vibro y dolió al mismo tiempo.

Eran mamá y papá, de los que tenía pocos recuerdos, pero sabía, de alguna forma, que eran ellos.

—Oh, Jiminnie ¿Eres tú? -La mujer pregunto y Jimin quería responderle, pero su voz no salía.

Ella, quien seguía dándole la espalda, se levantó de la silla y volteo a verlo, pero la luz que llegaba desde su espalda no le dejaba ver bien su rostro, solo sus ojos. Su madre se acercó a él con lo que, quería creer, era una sonrisa, y le toco la mejilla.

—Mírate, estas enorme ¿No crees Seojoonie? Nuestro cachorro esta hermoso.

—Yo sabía que sería guapo, si salió a ti, cariño -La voz de su padre era perfecta, como siempre se la imagino; cuando se levantó de la silla le dio la apariencia de alguien alto, bastante imponente, un buen Alfa- Supongo que nos has extrañado ¿No es así? Lamentamos haberte dejado tan pronto.

—Pero estas siguiendo el camino correcto, con ayuda podrás volver a recordarnos y todos esos demonios por fin te dejaran en paz.

—Es cierto, además, ese Alfa tuyo, nos gusta mucho. Dile que recibimos su mensaje el día de la boda y que le encargamos mucho que te cuide siempre.

Desde el momento en que su madre le hablo Jimin estaba petrificado, no podía moverse o hablar, pero el simple hecho de escucharlos le bastaba. La luz detrás de ellos era cada vez más brillante, el sueño acabaría pronto.

—No te esfuerces mucho y come bien, mamá y papá están descansando así que tomate tu tiempo para venir aquí -Le dijo su mamá, que se alejaba de nuevo para volver a su lugar y tomar la mano de su padre.

—Siempre te cuidaremos, donde quiera que vayas, hijo mío. Estamos orgullosos de ti -Su padre estaba junto a su madre y de alguna forma pudo sentir todo el amor que te tuvieron- Ahora solo tienes que encontrarnos y muchas de tus preguntas serán respondidas, cariño.

—Te amamos.

Y luego de eso ultimo dicho por los dos, se desvanecieron con aquella luz que le obligó a cerrar los ojos.

Cuando volvió a abrirlos estaba en la cama que compartía con Yoongi. Él le acariciaba el cabello con mucho cariño mientras decía algo en voz baja.

—Es solo un sueño, aquí estoy contigo, Cariño.

—Yoongi... -Lo llamo Jimin, quien se llevó una mano al rostro sintiendo las lágrimas empapando su rostro.

—Está bien, todo está bien ¿Quieres hablar de ello?

—Eran mis padres, soñé con ellos.

Jimin se sentó en la cama y Yoongi lo imito. Siempre que tenía un sueño con sus padres se despertaba alterado, pero ese era diferente.

My Little, Just Mine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora