Entre las brisas tranquilas y suaves de aquella mañana soleada, rompiendo el silencio marítimo que emerge desde el fondo, rasgando la paciencia de un amanecer pacifico... el constante y suave golpeteo del cabecero de la cama era el sonido que más se escuchaba.
No entendía como habían terminado en aquello de nuevo, Jimin seguía tratando de asimilarlo mientras descansaba la frente contra la almohada esponjosa de la cama, dejando espacio a su boca para poder respirar y gemir.
Había despertado cómodo entre los brazos cálidos y protectores del mayor, jugo un rato con aquel semblante dormilón que se negaba a despertar fácilmente. Pero cuando aquellos negros ojos gatunos se abrieron lentamente, una oleada de calor extremo le atravesó el cuerpo obligándolo a encogerse dentro del férreo agarre.
La unión entre sus instintos y almas era tan fuerte que, solo con eso, solo el enlace de sus miradas, volvían a darse cuenta a que grado se necesitaban.
Hasta la muerte.
Y le daba escalofríos pensar en que, aunque era realmente sobrecogedor pertenecer de aquella forma tan especial a alguien más, también existía el miedo de perderlo.
El pequeño cuerpo bajo el Alfa tembló, más por el camino de sus pensamientos que por las embestidas y el placer.
—Cielo... —Se las arregló para hablar sin gruñir, tenerlo en esa posición y de aquella forma esa mañana le hacía sentir animal— ¿Estas bien?
Los cabellitos platinos se sacudieron en un asentimiento apresurado, Yoongi besó aquel recóndito pedacito de piel tras la oreja y bajo el ritmo profundo y duro.
Le tenía bajo su completo dominio, sosteniéndolo por las caderas mientras su hermoso culito redondo y esponjoso se empinaba para recibirlo. Al principio estuvo sobre sus manos y rodillas, pero duró un ratito, los ramalazos de calor del segundo día eran extremos, aún peores que los del primer día; así que lo tuvo temblando, incapaz de sostenerse, menos de cinco minutos después de comenzar la faena.
Lo que era diferente, era la intensidad. No habían comenzado con besitos tiernos ni caricias tímidas, No. Esa mañana todo fue placer y necesidad: se comieron la boca como si del último día del mundo se tratara, tocaron y apretaron sus cuerpos juntos, como si creyeran imposible el hecho de tener al otro entre sus brazos, haciendo más real el toque, fuera de cualquier plano astral.
Sexo.
Puro y caliente sexo.
El deseo y la lujuria se vertían en sus venas como si del elixir de la vida se tratara. Alientos vaporosos y pieles sudorosas. Jimin lo había pedido, Yoongi no dudó en ceder y darlo.
La posición era cómoda, poco invasiva y muy placentera; lograba tocar el punto mágico con más facilidad y llevaba el ritmo del encuentro.
Así que esa mañana, aún desnudos y doloridos de la noche anterior, se entregaron a las llamas del caliente y posesivo deseo de un Omega en celo y un Alfa sobre protector.
—Si~ Hyung... bien —Las duras y constantes embestidas se detuvieron con la pregunta, el mayor se dedicó a meterlo y sacarlo suavemente mientras acariciaba la raíz de aquellos cabellos suaves con la punta de la nariz, embriagándose en el nuevo aroma, uno que comenzaba a mezclarse con más intensidad dejando notas de su masculina esencia por aquí y por allí, marcándolo como suyo, gritando a los cuatro vientos a quien pertenecía ese dulce cachorrito sexy— E-Estoy bien...
—¿Tiemblas porque te gusta? —Min tomó las caderas con fuerza y empujó duro, el saco al final de su miembro chocando con Jimin, provocando un encuentro de pieles que les hizo efervescentes los sentidos— Mi pequeño cachorro hambriento.
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My Little, Just Mine.
FanfictionPara nadie es un secreto que entre Alfas y Omegas existen las parejas destinadas, aunque nadie dijo exactamente cuando llegaban, mucho menos a que edad. Jimin recuerda muy poco a sus cortos once años de vida, lo único que sabe es que el infierno en...